El sindicato CCOO ha publicado en su dosier Conquistando espacios y transformando la educación un artículo llamado Breve decálogo de ideas para una escuela feminista. Las autoras son Yera Moreno (artista, investigadora y educadora) y Melani Penna (profesora de la Facultad de Educación de la Universidad Complutense de Madrid). Dejo aquí el enlace, es un archivo PDF y el artículo en cuestión comienza en la página 24. Léanlo primero, y después continúen, si lo desean, leyendo esta entrada.
Dosier Conquistando espacios y transformando la educación
Empezando por el hecho de que no es un decálogo porque contiene diecinueve puntos y no diez (deca-, diez), y aunque alguno de estos puntos puede tener parte de razón (como el de la necesidad de incluir en el currículum educativo a escritoras, artistas, y músicos mujeres), me niego a tolerar tal sarta de sandeces, como la de tener que decir *todes para incluir a todo el mundo, por ejemplo. Soy licenciada en Filología Hispánica, sé de qué hablo cuando hablo de lenguaje. No me parece de recibo que haya que cambiar un sistema (porque la lengua es un sistema), porque algunas tengan un complejo de inferioridad cuando al escuchar o leer la palabra todos (o ciudadanos, alumnos, trabajadores, etc.) no se sienten incluidas. Podría escribir y escribir sobre el tema del lenguaje inclusivo y del masculino plural, pero paso a otros puntos.
No voy a pasar por el aro de que se pretenda lograr la existencia de servicios o baños únicos para chicos y chicas. ¿Qué es esto? ¿Es que tan difícil es asumir que somos diferentes? Sí, en muchas cosas somos iguales, pero ¡por favor!, no meamos igual, con perdón. Me niego a que una hija mía, por ejemplo, tenga que cambiarse de tampón con un tío en el baño de al lado. Luego pasan las cosas que pasan (abusos, bullying, intentos de violación -o no intentos), y nos echamos las manos a la cabeza.
¿Y la memoria histórica? Ya vale, ¿no? ¿Tanto escuece que un instituto lleve el nombre de un, yo qué sé, escritor, o un político, o un historiador? ¿Por el hecho de ser hombres? ¿Por sus ideas? ¿Ha vuelto el fascismo y no me he enterado? La historia es pasado, es nuestro pasado, lo que hace falta es conocerla y estudiarla, y procurar no repetir los mismos errores, pero no hay que borrarla de un plumazo.
Propugnan estas autoras la prohibición del fútbol en los patios de recreo. Pensaba que les gustaría más lo del «Prohibido prohibir» de mayo de 1968. ¿No se han parado a pensar que hay chicas que juegan al fútbol, y muy bien, por cierto? ¿Por qué el fútbol y no el baloncesto, que también es un deporte de equipo y excluyente, ya que solo puede jugar un número determinado? ¿Vamos a tener los adultos la potestad de decidir a qué deben jugar y de qué manera los críos en el recreo? Me parece más sensato establecer unos días de la semana para el fútbol u otros deportes, y otros días en los que se juegue a otras cosas. Esto ya se hace en muchos colegios y la convivencia es pacífica.
La paridad, otra farsa. ¿Hay que incluir en el currículum el mismo número de escritoras que de escritores solamente para cumplir la paridad? Entrar en la historia de la literatura no depende de si se ha nacido con pene o vulva, créanme. Y lo mismo se puede decir de la historia de la música o del arte o de la filosofía. Por supuesto que las mujeres han sido ninguneadas, hay muchos casos de mujeres que escribieron, compusieron o pintaron bajo un seudónimo masculino porque era su única manera de expresarse, y por supuesto que es de justicia conocerlas, a las del seudónimo y a las otras, pero con un criterio.
En fin, me han decepcionado mucho al publicar este escrito panfletario. Ya ven que no me callo, me amparo en la libertad de expresión, esa tan manida y sobeteada por los izquierdosos más radicales que la enarbolan en todo lo alto para cometer todas las tropelías de las que sus mentes retorcidas son capaces. Si hay libertad de expresión para pedir que hablemos peor que un chimpancé diciendo cosas como «todes les alumnes de secundaria deben firmar aquí», entonces hay libertad de expresión para rebelarse contra eso. Y no dejo de ser menos mujer ni menos femenina ni menos feminista. Tonterías, las justas.
(Ah, he hecho saber a Comisiones Obreras mi desacuerdo con la publicación mencionada. Animo a quien lo desee a ponerse también en contacto con ellos y hacerles llegar su opinión al respecto).