A la sombra, mejor

Me van a matar los que viven en otras latitudes, sin ir más lejos mis amigos de Zaragoza o mi prima de Málaga. Lo digo por mi asumida baja tolerancia al calor, la canícula, el bochorno, el sofoco. Por aquí en el norte todavía no ha apretado mucho la cosa, hay que decir. Pero es que las redes sociales ya están llenas de gente topeguay dando la bienvenida al veranito posando en la piscina, la playa o la terraza de su casa. Pero nadie habla de lo chungo del verano, así que me pongo el disfraz de enanito Gruñón de Blancanieves y disparo:

Da igual las veces que nos duchemos, que estaremos todo el día sudando. El bolso lo tendremos lleno de enseres tales como botella de agua, crema solar, gafas de sol, gorra o sombrero, abanico o tiritas. Estas últimas son indispensables para minimizar las rozaduras provocadas por ese calzado tan mono y fresquito que nos hemos comprado pero que, por efecto del sudor y el roce, nos deja en carne viva la parte de atrás del tobillo. Vivimos en continua dependencia del ventilador o el aire acondicionado, y nos agarramos unos buenos catarros con los cambios bruscos de temperatura. Tratamos a duras penas de conciliar el sueño en eternas noches a 30 grados, abriendo las ventanas y dejando entrar a toda la fauna mosquitera en nuestra alcoba.

barefoot beach blur break

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Soportamos el olor a sobaquera en autobuses, metro, ascensores y demás lugares cerrados y de mucho trasiego. Visitamos a menudo el infierno mismo al montarnos en el coche que ha estado media hora aparcado al sol (no digamos ya si ha estado más tiempo). En el medievo no tenían coches, pero obligarle a alguien en una situación así a agarrar con fuerza un volante con las dos manos podría haber sido una magnífica tortura.

Los lugares turísticos están masificados. Los chiringuitos y terrazas inflan los precios. A diferencia del invierno, en verano vamos todos a parar a los mismos sitios, y así está todo, que no cabe un alfiler: piscinas abarrotadas, playas abarrotadas, embalses, ríos, pozas, choperas, robledales. No podemos ir al súper y hacer otra cosa a continuación sin haber llevado antes toda la compra a casa, dándonos prisa en meterla al frigorífico o al congelador. A los hijos no se les hace hora de irse a la cama porque aún es de día. Del mismo modo, no entienden un «no podemos ir al parque ahora porque es el mismo averno». Ah, y además no hay colegio en verano. Aaarg.

Quienes somos blancos y pecosos temblamos de terror si se nos ha olvidado echarnos protección, ya que unas horas después tendremos quemaduras de segundo grado donde no nos cubre la ropa. Como ahora tenemos la predicción del tiempo en el móvil y la sabemos constantemente, vamos con el chip «hace calor», «va a hacer calor», «voy a morir de calor» incrustado en el cerebro desde que salimos de casa. Lo malo del calor es que, por mucho que nos quitemos ropa o nos abaniquemos, seguiremos teniendo calor. El frío es una delicia: tengo frío, me tapo, me pongo cien forros, echo una carrerita, y listo.

Resulta que han descubierto unos científicos españoles dos exoplanetas con buenas condiciones para albergar vida y muy parecidos a la Tierra. Descubren dos planetas similares a la Tierra con opciones de albergar vida Los han llamado Teegarden b y Teegarden c. Orbitan alrededor de una estrella enana roja cuya temperatura, al parecer, es la mitad de la de nuestro Sol. No sé ustedes, pero yo voy a ir ahorrando para una futura mudanza, que ahí se tiene que estar mucho más fresco, y además tienen nombre de zona residencial molona: Teegarden. Suena bien, ¿no?