¿En qué lado de la balanza estás?

Esta mañana iba montada en el autobús camino del trabajo, y suelen subirse a esa hora los mismos estudiantes cada día; las caras son las mismas cada mañana, y desde hace poco uno de esos chicos de instituto va con muletas, mochila y el tobillo inmovilizado.

No me extenderé, esto es solamente una anécdota que no es representativa de cómo se comporta la juventud de nuestra sociedad, o eso quiero creer. Pero el chico de las muletas entró en el autobús y avanzó hasta el fondo, donde todos los asientos estaban ocupados. Yo misma me quedé de pie en el fondo, muy cerca de él. Nadie se levantó para cederle el sitio. Unos iban mirando el móvil, otros hablando con el compañero de asiento (entiendo que eran compañeros de clase, además), y otros, simplemente, han seguido a lo suyo. El chaval realizó todo el trayecto de pie manteniendo el equilibrio sobre la pierna buena y las muletas, y con la mochila puesta.

Si hubiera sido mi hijo habría montado en cólera. Me he contenido para no espetar ahí mismo ¿es que nadie piensa dejarle su sitio para que se siente?

Reflejo del mundo en el que vivimos, por desgracia. Menos mal que aún queda gente que compensa la balanza, porque ayer mismo una mujer me vio buscando aparcamiento con mi coche y, desde la acera, me indicó dónde tenía el suyo para que me pusiera a la par y pudiera aparcar yo. La vida.

El progresismo era esto

Quienes se denominan progresistas te dirán que, pase lo que pase, has de respetar lo que se ha decidido en las urnas (o lo que posteriormente se ha pactado en los despachos). Menos cuando no ganan los suyos, que entonces hay que rodear el Congreso, quemar contenedores, romper escaparates y tirar piedras a la policía.

Photo by Mathias Reding on Pexels.com Silence = compliance significa Silencio = conformidad

Quienes se denominan progresistas defienden a capa y espada sus lenguas cooficiales, invirtiendo esfuerzos de toda índole -social, cultural, educativa y económica- para fomentar su uso y aprendizaje. Pero si a ti se te ocurre ensalzar o promover el uso del castellano o español, o reclamar tu derecho a un puesto de trabajo sin conocer esa lengua cooficial, o pedir que se respete el porcentaje de enseñanza en español, eres un retrógrado.

Quienes se denominan progresistas reprueban, como es natural, una agresión o un insulto grave a una mujer. Excepto si ella milita en determinados partidos políticos.

Quienes se denominan progresistas se acuerdan puntualmente de toda efeméride guerracivilista en la que las víctimas eran republicanas. Pero tienen grandes lagunas de memoria cuando las víctimas eran del otro bando y los ejecutores de las salvajadas eran los republicanos.

Quienes se denominan progresistas quisieran eliminar a la Guardia Civil, menos cuando esta los encuentra en el monte tras horas de búsqueda o les ayuda en medio de un temporal de nieve.

Quienes se denominan progresistas se alegran cuando a un torero un asta le atraviesa la femoral, solo porque ser torero es algo horrible y merece morir desangrado en la plaza.

Quienes se denominan progresistas se indignan si un hombre piropea a una mujer, pero no dicen nada de la nula libertad de las mujeres en muchos lugares del mundo. En demasiados lugares del mundo, quiero decir.

Quienes se denominan progresistas pueden decidir su género, vestir como les da la gana saliéndose de lo normativo, lo estético y lo habitual, sin poner límites a la imaginación. Pero critican sin piedad si un famosillo cualquiera lleva una camiseta de la legión o una pulsera con los colores de la bandera española.

Quienes se denominan progresistas creen que es mucho mejor para el país conceder ayudas, rentas básicas y subvenciones a todo aquel que lo necesite que rebajar impuestos, dar beneficios fiscales e impulsar el emprendimiento y la creación de empleo privado.

Quienes se denominan progresistas no tienen ningún tipo de escrúpulo en desdecirse, en quebrar sus principios, faltar a la palabra dada, hacer lo contrario de lo que predican, pactar con el diablo y, a pesar de todo, ensalzar su propio virtuosismo en el juego político. Porque los demás son fachas y, por muy mal que lo hagan los suyos, siempre será peor que gobierne la derecha.

Quienes se denominan progresistas creen que sus conciudadanos salen a protestar a las calles alentados por grupos de ultraderecha, y creen que salir a protestar a las calles es totalmente antidemocrático. No admitirán que la gente normal y corriente está hasta las mismas gónadas de que le tomen el pelo una y otra vez. No ven que han rebasado el límite y que no todo vale cuando está en juego el estado de derecho, ese que les da -que nos da- tanta libertad.

Quienes aún no ven la gravedad del asunto, están a tiempo de quitarse la venda.