¿En qué lado de la balanza estás?

Esta mañana iba montada en el autobús camino del trabajo, y suelen subirse a esa hora los mismos estudiantes cada día; las caras son las mismas cada mañana, y desde hace poco uno de esos chicos de instituto va con muletas, mochila y el tobillo inmovilizado.

No me extenderé, esto es solamente una anécdota que no es representativa de cómo se comporta la juventud de nuestra sociedad, o eso quiero creer. Pero el chico de las muletas entró en el autobús y avanzó hasta el fondo, donde todos los asientos estaban ocupados. Yo misma me quedé de pie en el fondo, muy cerca de él. Nadie se levantó para cederle el sitio. Unos iban mirando el móvil, otros hablando con el compañero de asiento (entiendo que eran compañeros de clase, además), y otros, simplemente, han seguido a lo suyo. El chaval realizó todo el trayecto de pie manteniendo el equilibrio sobre la pierna buena y las muletas, y con la mochila puesta.

Si hubiera sido mi hijo habría montado en cólera. Me he contenido para no espetar ahí mismo ¿es que nadie piensa dejarle su sitio para que se siente?

Reflejo del mundo en el que vivimos, por desgracia. Menos mal que aún queda gente que compensa la balanza, porque ayer mismo una mujer me vio buscando aparcamiento con mi coche y, desde la acera, me indicó dónde tenía el suyo para que me pusiera a la par y pudiera aparcar yo. La vida.

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