Como un cohete

Este no es un blog sobre fútbol, pero me van a permitir que, al igual que hice en una anterior entrada Soy rojilla desde que nací, y rojilla me voy a morir me salga un poco del guion.

El osasunismo se encuentra esta temporada exultante, rebosante de ilusión, orgulloso y, a ratos, incrédulo. No voy a hablar aquí de los puntos que lleva el equipo, de las estadísticas que va rompiendo a machetazos colocando récord tras récord en la historia del club. No voy a hablar de que se acerca el centenario de su creación, de los pocos puntos que necesita ya para certificar el ascenso directo -qué bien suena eso, as-cen-so di-rec-to-, ni del juego eléctrico, certero, técnico y táctico que ejecuta (gracias, Jagoba Arrasate).

flight sky earth space

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Si han leído hasta aquí es porque algo les interesa Osasuna. Y es que el fútbol, con todo lo que lleva aparejado, está en muchos sectores de la sociedad muy denostado, y no lo discuto. Pero Osasuna es más que fútbol. De hecho reconozco que no suelo ver muchos partidos que no sean los de Osasuna. No significa eso que no me guste ver jugar a otros equipos, pero ver a otros carece de chispa, de sentimiento, de ¡uy!, ¡ay!, ¡casi!, ¡noooo!, ¡eeeh!, y todas las interjecciones que se les ocurran.

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Un Ángel tomado por demonio

Ángel llevaba tres décadas cuidando de su mujer, enferma de esclerosis múltiple y totalmente dependiente de él para valerse. Ella misma, cuando aún podía, había intentado quitarse la vida. Ella misma había comprado tiempo atrás en el mercado negro el veneno que podría acabar con su sufrimiento. Ellos habían hablado del tema y acordado que él la asistiría, sería sus manos para llevar a cabo el «buen morir», según sus palabras. Eutanasia: el matrimonio grabó en vídeo la petición de María José Carrasco para morir

El caso está estos días en boca de todos, por reabrir el debate en torno a la eutanasia, por recordarnos cómo murió Ramón Sampedro (cuya historia narró Alejandro Amenábar en la película Mar adentro), y por lo excepcional que ha sido que el propio Ángel grabase en vídeo el momento en que María José bebe el pentobarbital sódico y por cómo, inmediatamente después, él llama a emergencias y a la policía para relatar, a pesar del dolor contenido, lo que acaba de hacer, perfectamente consciente de las consecuencias que para él pueden sobrevenir.

intravenous hose on person s hand

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No voy a entrar en debates éticos sobre la eutanasia, pero sí diré que hay que ser muy valiente: para querer acabar con la propia vida si se es incapaz de seguir adelante porque el sufrimiento es insoportable; valiente para pedirle a quien quieres que te ayude a morir; valiente para ser la mano ejecutora que haga cumplir ese deseo. Pero también hay que ser muy valiente para optar por seguir viviendo a pesar de todo; valiente para no abandonar a la persona enferma, porque eso sería lo fácil y lo egoísta. Todas las opciones merecen respeto, y desde luego Ángel y María José eligieron una de estas opciones. Ninguna persona que no haya pasado por un trance así debería juzgar una decisión de este calibre, tanto si es que la muerte llegue cuando tenga que llegar como si es provocarla.

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