No es ninguna gilipollez

Más de uno se habrá llevado las manos a la cabeza al leer los extractos del libro más famoso del momento: Español en vivo.

La guía que enseña a los rusos a hablar español de puta madre

Para quien aún no se haya enterado, este método de enseñanza de español para hablantes de ruso ha desatado la sorpresa y las risas en Twitter y en algún magacín televisivo. Imagino que dicho manual irá dirigido a alumnos adultos, no a escolares menores de edad. Si nos llama la atención a los hispanohablantes es por varios motivos, y creo que el más obvio es que refleja con pasmosa realidad lo malhablados que somos por estos lares. Aquí hay más tacos que en una cantina mexicana.

El libro de marras tiene como autores a gente experta en la materia, como puede leerse en el artículo citado arriba. Todos los que hemos estudiado algún idioma podemos recordar cómo eran de correctos y «estiradillos» los diálogos que venían en los textos y ejercicios. Los profesores nos hablaban de pasada, en el caso del inglés, del slang y del colloquial English. Pues bien, aquí tenemos un ejemplo vivísimo del español de la calle, el de tu vecino, el tuyo propio cuando tienes un mal día, el del cuñado que lo cree saber todo, y hasta el del quinqui que trapichea. Por supuesto que no estamos todo el tiempo hablando así -quizá en algún módulo carcelario o en la grada de cualquier estadio de fútbol, sí-, pero quién se atreverá a negar que todos soltamos a la cuadrilla Gilipollas, Mierda, Coño, Puñetero, De Puta Madre, Me Cago En, Joder y La Hostia a la primera de cambio. Y al Cojonudo, Cabrón(azo), La Madre Que Me/Te Parió y Cojones.

woman making hand sign

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¿Deben estas lindezas aparecer en un manual de lengua extranjera? En mi opinión, siempre y cuando se especifique que pertenecen a un registro coloquial y aparezca su equivalencia en registro estándar, sí. No hay más que ver cualquier serie española. En muchos países tienen la sana costumbre de no doblar a su idioma nativo las ficciones televisivas, sean españolas o no. Las dejan en versión original, y está probadísimo que allí aprenden el español real, pues aunque las tramas son inventadas, suelen captar muy bien el habla del momento. Y no me refiero solo a la colección de tacos, sino a expresiones muy comunes que no pueden tomarse en sentido literal e incluso no tienen traducción o equivalentes en otros idiomas. Sin extenderme más, pensemos en frases como «¿Qué pasa?», que puede estar preguntando literalmente por lo que está sucediendo, o puede ser un saludo coloquial. O esta otra: «Nos vemos«. Es obvio que nos vemos, si tenemos la vista en condiciones. Pero sabemos que es una despedida también, del tipo hasta luego o hasta pronto.

La sociolingüística y la pragmática son ramas de la lingüística bastante olvidadas en la enseñanza de idiomas hasta hace pocos años. Este manual de español, o al menos las páginas que hemos podido ver gracias a internet, tiene en cuenta estos aspectos, y en un nivel de lengua intermedio-alto es de agradecer que aparezcan estas cuestiones. Así, cuando un ruso venga a España o hable con un español,  tendrá plena competencia lingüística. Un par de amigas con gran experiencia como profesoras de español podrían dar al respecto algún apunte.

Microrrelato escondido

Acabo de encontrar por casualidad esta página en la que se anuncia que varios microrrelatos elaborados por lectores de las bibliotecas navarras, entre los cuales se encuentra uno mío, van a publicarse en una revista que tendrá continuidad. Me ha hecho mucha ilusión, ya no me acordaba del relato porque lo entregué en la biblioteca allá por septiembre. Dejo el enlace de dicha página.

Revista Topatu. Pamplona Actual

Victorino R.

Cuando trabajaba de librera, tuve la suerte de conocer a muchos clientes que me dieron gratas conversaciones, sobre libros o sobre la vida, daba igual. Uno de ellos fue Victorino. Por edad podría haber sido mi abuelo. De pelo blanco, estatura escasa, bastón para la puñetera artrosis, mirada afable y siempre, siempre, amables palabras. Decía que le atendía como nadie, que siempre le conseguía los libros que me pedía. Victorino leía la prensa local a diario y tomaba nota de cuantas publicaciones se anunciaban en ella y eran de su interés. Casi siempre este interés tenía que ver con la arqueología. Hablaba con un placer sin igual sobre los yacimientos que había ido visitando a lo largo de los años: Santa Criz de Eslava, Numancia, Andelos, y otros muchos cuyos nombres no recuerdo porque quedan en otras provincias y no he tenido la suerte de visitarlos. El pueblo ibero le atraía especialmente, y sobre él era capaz de leer verdaderos tochos solo aptos para gente muy ducha en la materia. Pero él podía con todo, le ponía auténtico empeño porque, decía, si hubiera podido estudiar más, qué de cosas hubiera leído.

ancient art cemetery england

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Ahora acabo de enterarme de que tenía 83 años, cuatro hijos y cuatro nietos. No contaba mucho de su vida, solo que enviudó años atrás y que los hijos tenían su vida hecha, y que la edad ya le iba impidiendo hacer esas excursiones que tan buenos ratos le hacían pasar. La última vez que hablamos fue por teléfono, porque él quiso tener contacto conmigo aun habiendo cerrado la librería. Me llamaba, sobre todo, para saber qué tal me iba, si tenía trabajo o no, y para decirme que había leído la última carta al director que me habían publicado. A mi marido le hablaba de Victorino a menudo, sobre todo cuando aún le atendía detrás del mostrador. Un día, atando cabos, resultó que se conocían de vista. Entonces, cuando tuvo la ocasión, mi marido se presentó cuando andaba trabajando en la calle donde vivía Victorino y este le mandó saludos para mí. Qué coincidencia, debió de pensar.

En el periódico del 6 de noviembre he visto su esquela. No había podido leerlo hasta hoy, porque he estado fuera unos días y no he tenido acceso a la prensa local, esa que él leía a diario. Paradójicamente, murió el mismo día que en mi familia estábamos celebrando el cumpleaños de mi hijo mayor.

Si por los azares de la vida, sus familiares llegan a leer estas líneas, quisiera darles mi más profundo pésame. Tuvo que ser un padre ejemplar, de eso estoy segura. Para mí, el poco tiempo que lo conocí, fue algo cercano a un abuelo. Descansa en paz, Victorino.