Este no es un blog sobre fútbol, pero me van a permitir que, al igual que hice en una anterior entrada Soy rojilla desde que nací, y rojilla me voy a morir me salga un poco del guion.
El osasunismo se encuentra esta temporada exultante, rebosante de ilusión, orgulloso y, a ratos, incrédulo. No voy a hablar aquí de los puntos que lleva el equipo, de las estadísticas que va rompiendo a machetazos colocando récord tras récord en la historia del club. No voy a hablar de que se acerca el centenario de su creación, de los pocos puntos que necesita ya para certificar el ascenso directo -qué bien suena eso, as-cen-so di-rec-to-, ni del juego eléctrico, certero, técnico y táctico que ejecuta (gracias, Jagoba Arrasate).

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Si han leído hasta aquí es porque algo les interesa Osasuna. Y es que el fútbol, con todo lo que lleva aparejado, está en muchos sectores de la sociedad muy denostado, y no lo discuto. Pero Osasuna es más que fútbol. De hecho reconozco que no suelo ver muchos partidos que no sean los de Osasuna. No significa eso que no me guste ver jugar a otros equipos, pero ver a otros carece de chispa, de sentimiento, de ¡uy!, ¡ay!, ¡casi!, ¡noooo!, ¡eeeh!, y todas las interjecciones que se les ocurran.
Milagro en Sabadell Cuando pienso que no hace ni cuatro años (¡ni cuatro años!) que el equipo de mis amores estuvo a punto de desaparecer, lo que estamos viviendo ahora se me antoja un sueño. #SueñaEnRojo es la campaña que acaba de lanzar el Club Atlético Osasuna en su web y en sus redes sociales para este último empujón de la temporada. Nos piden que soñemos, y es lo que llevamos haciendo desde que el equipo comenzó a acumular victorias y a no ceder ni un solo punto cuando juega en casa.
Lo que siento siguiendo a Osasuna desde la niñez, aclamando a los jugadores como si fueran mis hermanos, coreando junto a más de 16.000 almas el Somos un equipo valiente y luchador con los brazos en alto, sufriendo lo indecible cuando las cosas han ido mal o peor, no puede explicarse si no se vive con la misma intensidad. Somos un equipo… Muchos se apuntarán al carro ahora que el equipo destaca, acapara elogios y enfoca sus miras hacia Primera. Cuantos más seamos, mejor, desde luego. Pero que no se escapen cuando vuelvan los malos tiempos, que los habrá. Ser osasunista es un estilo de vida. Remamos juntos siempre. Nos ayudamos a levantarnos tras las caídas. Las críticas, siempre constructivas. Lo que parecía imposible, no lo es: no muy lejos queda ese gol postrero de Javier Flaño que nos permitió no descender a Segunda B.
Esta tarde espera el Albacete, nuestro inmediato perseguidor seis puntos por debajo. No saquen la calculadora, deléitense si se logra otra victoria. Abracen al vecino de asiento, lloren de alegría, pellízquense porque estará ocurriendo que Osasuna dormirá hoy muy cerca de la Primera División. Y, por si fuera poco, Osasuna Femenino empieza mañana a disputar la promoción de ascenso. Segunda División Femenina.
No pongan la tele porque, de todo esto, los medios nacionales no dicen ni pío. Ni falta que hace, caray, ya nos tenemos todos los rojillos para desatar la euforia por las calles, los escaparates, las emisoras de radio, las pantallas y por donde haga falta. Porque muy mal tendría que darse para que este año no subamos. A disfrutar.