Mamitis

Un profesor que impartía lingüística general en la universidad nos decía a los aprendices de filólogos que todo el mundo tiende a opinar sobre el lenguaje porque todos somos hablantes y nuestro idioma materno lo sentimos tan propio como nuestros lunares o el color de nuestros ojos (esto último no lo decía él, pero bueno). Sí que nombraba a menudo a los hablantes diletantes; en su segunda acepción, diletante es la persona que cultiva un arte o una disciplina como aficionado, no como profesional, generalmente por no tener capacidad para ello.

https://www.rae.es/noticia/la-rae-presenta-las-novedades-del-diccionario-de-la-lengua-espanola-en-su-actualizacion-236 Con la presentación de las nuevas incorporaciones del DLE (Diccionario de la Lengua Española), cuya actualización 23.6 cuenta con 3152 novedades, han salido a la palestra las inevitables y quejosas voces diletantes contrarias a la RAE, rancia institución de señoros machistas y anclados al pasado que siguen impenitentemente sin aceptar todes, todxs, tod@s y demás engendros. Una tal Ana Morgade, presentadora popular de televisión que lleva gafas de mentira y alguna vez me ha hecho incluso reír, ha debido de leerse las 3152 novedades de la actualización y ha resaltado de todas ellas mamitis. Además de inflamación de la mamá, la nueva acepción es «excesivo apego a la madre«. Morgade no ha sido la única en saltar a la yugular académica; aquí dejo un artículo con numerosas reacciones: https://www.publico.es/tremending/2022/12/24/la-rae-se-moderniza-mal-lluvia-de-criticas-por-la-definicion-de-mamitis-que-se-ha-incorporado-en-el-diccionario/

En su cuenta de Twitter, Morgade expresa que se le hizo raro que la RAE no añada «PAPITIS también al diccionario. Pero claro, el afecto y el apego solo es excesivo si se tiene hacia una madre, eso está documentadísimo por la universidad de los c0j0nes cuadrados. Circulen, que aquí no pasa nadEN FIN». Lo he copiado textualmente y con la tipografía original de su cuenta @ana_morgade, aquí dejo por si acaso el enlace: https://twitter.com/ana_morgade/status/1606393714913558534?s=20&t=oSzYz9ea-88zvzfT59aXGQ

Imaginemos que es al revés: que papitis está en el diccionario y mamitis no. Las voces exaltadas como la de Ana habrían dicho entonces que no es justo que los bebés y niños pequeños tengan excesivo apego al padre y no a la madre, qué desfachatez no reflejar el amor materno en el diccionario. A ver, Ana: los lexicógrafos introducen nuevas palabras, añaden nuevas acepciones a palabras ya existentes o retiran voces en desuso con arreglo a lo que palpan en el uso de los hablantes, con arreglo a cuánto de documentada está tal o cual palabra en publicaciones coetáneas tales como literatura, prensa, radio, publicaciones científicas y técnicas, etc. Tú puedes utilizar papitis si te place, y cuando esté tan extendida y documentada como mamitis también aparecerá en el diccionario. La buena noticia es que si dices papitis la gente te entenderá porque existe mamitis, simplemente por conciencia metalingüística (por hablar tu mismo idioma, vamos). Como hablantes tenemos un superpoder que es el de crear palabras utilizando los recursos conocidos de nuestro idioma. Te pongo un ejemplo, Ana. ¿Has leído a Julio Cortázar? Pues el adjetivo cortazariano es otra de las novedades del DLE, y está formada por el apellido del escritor y el sufijo -iano, igual que en bolivariano o kantiano. Aunque no sepamos el significado de cortazariano, si sabemos quién es Cortázar deduciremos que hace referencia a ese escritor, porque el sufijo nos informa de ello. Así que, en resumen, tú puedes crear palabras con los recursos del español y te entenderán, es algo que escritores, periodistas, hablantes en general e incluso humoristas ¿como tú? llevan haciendo toda la vida.

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Pero, querida, para estar en el diccionario una palabra necesita mucho más. Necesita presencia textual, uso extendido y estar acorde con las normas gramaticales y léxicas del español. Y ser necesaria, además, porque nombra una realidad nueva. Conspiranoico no estaba en el DLE hasta ahora, pero se ha usado tanto en los últimos tiempos que había que incluirla, porque designa un rasgo muy específico de una realidad muy concreta. Las palabras tienen ese nosequé (mira, otra palabra que no está en el diccionario pero podría estarlo): las leemos o escuchamos y sabemos exactamente adónde apuntan, son como una flecha o un letrero luminoso; y sin embargo no siempre son clarividentes, también son equívocas y confunden, son polisémicas, sarcásticas, irónicas, hiperbólicas. Pero son piezas del idioma, un idioma que tú y yo y todos construimos.

El castellano, el español, no es machista ni racista ni clasista, en todo caso lo serían sus hablantes. Y alguien que escribe un diccionario debe reflejar en él los usos de las palabras, nos guste o no lo que designan esas palabras. Ojalá no existieran palabras como subnormal: 1. adj. Dicho de una personaQue tiene una capacidad intelectual notablemente inferior a la considerada normal. U. t. c. s. U. frec. c. insulto o en sent. despect.

A todos nos horroriza (o debería horrorizarnos) que alguien llame subnormal a una persona con discapacidad intelectual. Pero debe estar en el diccionario (y bien señalado su sentido despectivo) porque alguien que está aprendiendo español y desconoce esta palabra debe poder encontrarla en el diccionario, por ejemplo. Si miras en la entrada brazo aparece brazo de gitano como 1. m. Pastel formado por una capa delgada de bizcochocon crema o algún dulce por encimay enrollada en forma de cilindro.

Mientras ese pastel en concreto con esa descripción concreta siga llamándose brazo de gitano, deberá seguir apareciendo en el diccionario. Ese es el quid de la cuestión, querida Ana, no sé si me sigues.

Termino despidiéndome de ti como cuarentañera (nueva incorporación, mucho mejor que cuarentona o cuadragenaria, que ya estaban en el DLE): de cuarentañera a cuarentañera (nos llevamos solamente un año, querida), déjame decirte que ya me tocaste los ovarios bastante cuando hace no mucho en Pasapalabra pusiste verde la canción de Hombres G «Sufre, mamón» por su letra machirula y patriarcal. David Summers ya te contestó adecuadamente. Santiago Muñoz Machado, director de la RAE, explica: Hemos incorporado ‘mamitis’ y no ‘papitis'», declara Muñoz. Para evitar críticas por cuestiones de género ha añadido a su comunicado que no es que consideren que «una cosa existe y otra no: ‘mamitis’ está documentada y ‘papitis’ no».

Pues eso, Ana. Esperando estoy tu próxima salida de pata de banco en el universo tuitero. Y hablando de Twitter, quiero elogiar y recomendar la cuenta @RAEinforma, que es la de la Real Academia Española. Por medio de su etiqueta #dudaRAE se pueden plantear dudas lingüísticas. Tienen una paciencia infinita con ciertas cuestiones, he aquí un ejemplo de alguien que insistía con la discriminación del género femenino en el idioma y la brillante respuesta de @RAEinforma. Lo mejor es el final.

8 de marzo

No saldré a las calles hoy a corear lemas vestida de morado.

  • No me siento parte de unas marchas de tono político monocromo que se arrogan la bandera de un mal entendido feminismo, o blanden una doble vara de medir dependiendo de si la insultada o la parodiada es de izquierdas, a la que hay que defender, o de derechas, y entonces nos callamos todas y miramos para otro lado (casos ha habido unos cuantos).
  • No necesito que, para sentirme incluida, destrocen nuestro idioma con atrocidades como portavoza, miembra, Consejo de Ministras, todes, todxs, etc., ni desdoblamientos innecesarios: chicos y chicas, españoles y españolas, seguros y seguras, contentos y contentas.

No creo en los favoritismos por ser mujer (ni por ser hombre, claro está).

  • Ya hablé en otra entrada (Oferta en la uni) de cómo el gobierno quería ofrecer gratis a las mujeres el primer curso de carreras científicas para fomentar estos estudios, minoritarios entre las chicas. En la Ley Foral 17/2019 de 4 de abril de igualdad entre mujeres y hombres, hablando también de educación universitaria e investigación, se dice: «En las convocatorias de ayudas y subvenciones a proyectos de investigación, se podrán valorar y priorizar los proyectos liderados por mujeres y los presentados por equipos de investigación que tengan una composición equilibrada de mujeres y hombres […]». Ser directora de cine va a salir más rentable que ser director: Cultura reservará un 35% de las ayudas al cine a películas dirigidas por mujeres. Menos mal que queda gente cabal en la farándula: Candela Peña, sobre las ayudas a mujeres en el cine

No creo en la criminalización del hombre.

  • Ciertos discursos feministas colocan a todo ser masculino en el mismo saco de inmundicia y machismo patriarcal. Hay hombres maravillosos y hay auténticos cabronazos, con perdón, y lo mismo pasa con las mujeres. Como reza un texto que circula por mensajería: «A los hombres también les duele cuando matan, violan, acosan o lastiman a una mujer; esta lucha no es de mujeres contra hombres, es de gente buena contra gente mala».
  • Hombres y mujeres, en conjunto, han ido construyendo el mundo como lo conocemos hoy, cada cual con sus propios sacrificios y miserias. Los hombres como fuerza protectora de la familia, como proveedores del sustento en fatigosos trabajos, como luchadores en las guerras -el servicio militar obligatorio, ya extinto, era solo para hombres-, las mujeres como madres, gobernadoras y economistas en el hogar, como la parte más emocional del binomio.
  • La salida de la mujer de puertas para afuera, a la conquista del mercado laboral, trajo cambios positivos. La persecución de la igualdad real y efectiva es lo que interesa, no la lucha entre sexos ni el buscar culpables o dar prioridad, prebendas y privilegios a las mujeres para reparar todo el daño sufrido en el pasado.

Creo en los méritos y el esfuerzo con independencia de la condición de hombre o mujer.

  • Reivindico la igualdad de salarios, la corresponsabilidad en el hogar y la crianza de los hijos. Necesitamos horarios flexibles para todos, permisos de paternidad y maternidad más prolongados (en otros países nos sacan tremenda ventaja). Los empresarios tienen que poner de su parte para favorecer la conciliación y, en consecuencia, la natalidad. Creo que hombres y mujeres somos iguales en lo esencial pero también diferentes, y esa diferencia, que no puede negarse, nos complementa y nos hace mutuamente necesarios para construir la sociedad.

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No entiendo ni papa de la ley Montero, la del «solo sí es sí».

  • Creo que ni la misma ministra la entiende del todo, tal como intenta explicarse en televisión. No me la he leído ni soy jurista pero, según ha informado la prensa, «se entenderá que no existe consentimiento cuando la víctima no haya manifestado libremente por actos exteriores concluyentes e inequívocos, conforme a las circunstancias concurrentes, su voluntad expresa de participar en el acto». ¿Vamos a tener que grabar los encuentros sexuales? ¿O llevarnos un testigo que acredite que ha habido consentimiento? ¿Vale retractarse, o sea, vale decir olvídate del consentimiento de antes, que ahora ya no me apetece? ¿Qué son las circunstancias concurrentes? ¿Van a escuchar la versión del presunto agresor/violador o se van a limitar a preguntar a la mujer si hubo consentimiento expreso? ¿Está a salvo la presunción de inocencia?
  • El Gobierno da luz verde al anteproyecto de ley de libertad sexual que lleva el ‘solo sí es sí’ al Código Penal.
  • Si alguien quiere profundizar, le recomiendo este artículo: La garantía de la libertad sexual y el ‘pensamiento jurídico’ de Podemos

No entiendo tampoco qué de heroico tiene el lema que promueve el Ministerio de Igualdad para gritarlo a pleno pulmón hoy, 8-M. «Sola y borracha quiero llegar a casa».

  • Menudo nivel el del Ministerio: similar al de un graderío de fútbol o al de una rave preuniversitaria. El sentido común dicta a cualquiera que, si se ha bebido de más, lo razonable es ir acompañado, y a ser posible evitando zonas oscuras y poco transitadas. Está claro que lo que se intenta transmitir con este desafortunado lema es que las mujeres queremos sentirnos seguras por la calle, sea la hora que sea, sobrias o no, sin temor a que un desaprensivo -o más de uno- nos agreda sexualmente. Pero hay otras formas de decirlo, eso también. No olvidemos, por otra parte, que, de noche y a ciertas horas, nadie está totalmente a salvo, seas mujer o no.

No quiero que cuestionen mi feminidad.

  • Hay muchas maneras de ser mujer, todas respetables. Pero parece que suspirar por un amor romántico, sentirse deseada al vestir un traje espectacular, o querer recibir un piropo amable son actitudes censurables. Nos quieren homogeneizar e incluso masculinizar. Hasta quieren que vuelva la censura: ¿anuncios publicitarios donde se exhibe el cuerpo femenino? ¡Hasta ahí podíamos llegar! Propongo entonces que dejen de salir tíos musculados nadando en aguas bravas en ciertos anuncios de perfume. Ah, no, que ahí sí está justificado un torso desnudo porque es de hombre.

La igualdad entre mujeres y hombres es un objetivo loable y muy necesario. Pero la demagogia que reina en muchos sectores del actual feminismo no tiene cabida en mis ideales. Si es igualdad, no puede primarse a un sexo sobre el otro, no puede haber favoritismos, no cabe denostar al sexo masculino. Tampoco se puede dar por sentado que todas las mujeres pensamos igual por el hecho de serlo. Para muestra, un botón. Lo triste es que a quienes pensamos distinto ya se nos empieza a tachar de antifeministas.

Decálogos de 19 puntos

El sindicato CCOO ha publicado en su dosier Conquistando espacios y transformando la educación un artículo llamado Breve decálogo de ideas para una escuela feminista. Las autoras son Yera Moreno (artista, investigadora y educadora) y Melani Penna (profesora de la Facultad de Educación de la Universidad Complutense de Madrid). Dejo aquí el enlace, es un archivo PDF y el artículo en cuestión comienza en la página 24. Léanlo primero, y después continúen, si lo desean, leyendo esta entrada.

Dosier Conquistando espacios y transformando la educación

Empezando por el hecho de que no es un decálogo porque contiene diecinueve puntos y no diez (deca-, diez), y aunque alguno de estos puntos puede tener parte de razón (como el de la necesidad de incluir en el currículum educativo a escritoras, artistas, y músicos mujeres), me niego a tolerar tal sarta de sandeces, como la de tener que decir *todes para incluir a todo el mundo, por ejemplo. Soy licenciada en Filología Hispánica, sé de qué hablo cuando hablo de lenguaje. No me parece de recibo que haya que cambiar un sistema (porque la lengua es un sistema), porque algunas tengan un complejo de inferioridad cuando al escuchar o leer la palabra todos (o ciudadanos, alumnos, trabajadores, etc.) no se sienten incluidas. Podría escribir y escribir sobre el tema del lenguaje inclusivo y del masculino plural, pero paso a otros puntos.

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Salud, femenino singular

Salud, dinero y amor. Los Rodríguez

Los Rodríguez cantaban «brindo por las mujeres que derrochan simpatía». Salud, contesto; y añado:

Por las que quieren llegar a todo y, aunque saben que igual no llegan, finalmente llegan.

Por las que lo dejan todo y se van de cooperantes a la otra punta del planeta.

Por las que se desviven cuidando del otro, del dependiente, sorteando dificultades con ayudas estatales irrisorias.

Por quienes emigran portando un expediente impecable y brillante, buscando a ver si en otro lugar son valoradas como corresponde.

Por aquellas a las que el cáncer les arrebató una parte (una, no más) de su feminidad y miran la vida con valentía.

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Por las que no tienen otra opción que comerciar con su cuerpo para poder salir adelante de mala manera. Sigue leyendo

Bye, bye, baby boom

Las mujeres vivimos permanentemente cuestionadas. A partir de cierta edad, comienza el tercer grado: ¿No tienes novio? ¿Y cuándo os casáis? ¿Para cuándo el bebé? ¿No vas a hacer abuelos a tus padres? ¿Cuándo le vas a dar un hermanito a X.? ¿Vas a dejar de trabajar? ¿Cuándo vuelves a trabajar? Y así sucesivamente.

En lo que concierne a tener o no descendencia, me gustaría dar voz desde aquí a varias de mis amigas. La decisión de tener hijos compete, en primer lugar, a las mujeres, por el sencillo e incontestable hecho de que es nuestro cuerpo el que va a soportar un tobogán de cambios físicos, hormonales y emocionales y el que va a pasar por el parto y el puerperio, y solo por estos motivos las mujeres somos las primeras en decidir, apoyadas en todo momento por nuestra pareja y nuestra familia.

Si una mujer en edad fértil, con pareja estable y medios económicos responde que no quiere tener hijos ante la insistencia de familiares y conocidos, siempre soportará la incredulidad de sus interlocutores, y quizá la susceptibilidad: en estos casos, se tiende a pensar que ella no puede tener hijos. Ella o su pareja, claro, aunque por alguna razón se suela señalar a la hembra como la que «no puede» tener hijos, sin tener en cuenta que a lo mejor «no quiere» tener hijos, y no deja de ser una mujer completa, realizada, satisfecha con su vida y, por encima de todo, feliz.

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Cabe la otra posibilidad, y entonces no puedo imaginarme lo doloroso que resultará para estas parejas que les pregunten año tras año cuándo se van a animar a ser papás. Una amiga mía y su marido están ahora esperando su primer hijo, concebido por fecundación in vitro tras superar muchos obstáculos y, según me cuenta ella, soportar habladurías y comentarios de mal gusto, como la sugerencia de relajarse para lograr concebir, pues todo se reduce, parece ser, a estar tranquila y no preocuparse tanto, como si para conseguir un embarazo bastase con asistir a clases de yoga. Sigue leyendo

Portavoces y portavozas

Como no siempre puedo ver las noticias (aprovecho para sugerir a Clan TV y a Disney Channel que incorporen noticias en su programación, en una ventanita chiquitita en una esquina aunque sea), se me había pasado por alto esto de lo que todo el mundo habla desde el martes. Pero, gracias a que tengo amigas que me conocen muy bien, recojo la sugerencia de escribir sobre ello. Si los demás opinan, yo también, y más aún siendo filóloga de formación.

Al lío. Pues resulta que Irene Montero, portavoz de Podemos en el Congreso, soltó muy orgullosa ella esto de «portavoces y portavozas», alegando que así visibilizaba «a la mitad de la población». Añadió que el hecho de que esta palabra, portavoz, no tenga una acepción en femenino reconocida en la Real Academia Española denota que esta institución «tiene mucho que aprender (sic) y hacer por la igualdad». Irene Montero debe de pensar que los académicos (síiii, y las académicas también) no tienen ni el graduado escolar, y por eso tienen mucho que aprender. Sigue leyendo