Microrrelato presentado al XII Certamen Internacional de microrrelatos de San Fermín. Quise darle una vuelta a un término que citaban a menudo las autoridades sanitarias hablando de la pandemia de covid-19.
Enhorabuena a los diez finalistas. Otro año será.

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DEFINICIÓN INVERSA
Lanzar un ¡viva! a escasos centímetros de varias bocas sedientas; sentir que otras manos nos palmean las espaldas y que otros brazos nos agarran con cercana fraternidad.
Compartir un vaso que pierde el hielo por momentos; beber sin tapujos del mismo porrón.
Correr sin espacio a rebufo de un montón de mozos, sintiendo el aliento agitado de quienes se juegan la vida.
Posar la chiquillería sus labios en San Fermín engalanado con flores.
Acariciar el abanico de Josephamunda o tirar de la casaca de Napoleón.
Servirse con la mano de un plato hasta arriba de pinchos.
Esperar a que empiecen los fuegos poblando un césped abarrotado en el que no se distingue dónde acaba una cuadrilla y empieza otra.
Pasarse de unas manos a otras los platos de ajoarriero, pochas o magras con tomate, en el tendido, la peña o en casa de la cuñada.
Bailar en parejas o en grupo, haciendo la conga o el Chocolatero.
Llegar a la barra a fuerza de codazos, empuje y determinación, mezclando nuestro sudor con el de los demás.
Limpiarse las lágrimas después de una jota y no lavarse las manos.
Todo lo que no sea “etiqueta respiratoria” es San Fermín.