Todos, en mayor o menor medida, tenemos tendencia a la contradicción.
Presenciamos eventos deportivos con una porción -o varias- de grasas saturadas y extra de queso en la mano.
Endulzamos el café con sacarina después de una generosa ración de pastel de chocolate.
Nos quejamos toda la mañana de tener un sueño espantoso, pero nos fuimos a dormir a las mil ochocientas por estar viendo la tele o mirando el móvil.
Estamos contentos y orgullosos de que haya tiendas de siempre, autónomos y emprendedores, y comercio de proximidad, pero compramos cada vez más por internet.
Ponemos mil y una excusas para quedar con gente y amigos que hace tiempo que no vemos, pero siempre tenemos tiempo para navegar -y no hablo de barcos.
Decimos que vamos a suspender. Y sacamos un diez.
Decimos ser creyentes pero apenas pisamos una iglesia.
Aquellas navidades que tocaron en nuestra puerta para que nos hiciéramos socios de una ONG, dijimos que no nos venía bien. Y al día siguiente nos gastamos los cuartos en la juguetería más cercana. O comprando angulas en la pescadería.
Nos encantan el campo, el mar y la montaña. Pero ponemos excusas para no reciclar.
Estamos deseando que lleguen las vacaciones, ese viaje planificado y ansiado, pero volvemos a la rutina estresados y cansados.
Echamos pestes de nuestro país, pensando siempre que fuera se vivirá mejor. Pero luego salimos al extranjero y al ver a un compatriota cantamos «yo soy español, español, español», y nos abrazamos extasiados.
Nos quejamos de lo pesada que es nuestra madre, pero nos llevamos a casa todos los táperes que nos da.
Aseguramos que no somos racistas, pero agarramos más fuerte el bolso si tenemos cerca a «ese tipo» de personas.
Vamos al gimnasio a hacer spinning, zumba, kick–boxing y otras artes deportivas con nombre extraño, pero luego cogemos el ascensor para subir a un primero.
Decimos «la última y me voy». Y llegamos a casa de día.
Algunas personas, incluso, dicen tener la conciencia muy tranquila tras su ¿paso? por la universidad. Pero luego salen a la luz unas imágenes algo turbias y dimiten.