Por nada del mundo hubiese querido escribir sobre el fatal desenlace. El pequeño Gabriel Cruz, al que llevaban buscando desde el 27 de febrero, ha aparecido muerto en el maletero del coche que conducía la pareja de su padre. Todavía se desconocen las circunstancias de su muerte. Solo deseo que quien/quienes sean culpables de tamaña atrocidad lo paguen con creces. No puedo imaginar el dolor que estará sintiendo su familia en estos momentos. A mí, que no tengo nada que ver con él, se me ha puesto una pelota en el estómago desde que conozco la noticia. Detenida la pareja del padre…
Las noticias. Constantemente oímos, leemos, nos enteramos de noticias funestas, horribles, que superan la ficción y las mentes más retorcidas. La muerte revolotea alrededor de casi todas ellas. Para siempre van a quedar en nuestras mentes nombres propios que también permanecerán en la historia negra de un país, el nuestro. No me voy a referir hoy a las casi novecientas muertes perpetradas por el terrorismo etarra. Voy a recordar a otros inocentes, todos menores, que también en su día fueron noticia y aún lo siguen siendo.
Desiré, Toñi y Miriam, las niñas de Alcácer. Era noviembre de 1992, yo tenía doce años. Ellas tenían dos o tres más, y el impacto de su muerte alcanzó a todo el país, fue uno de los crímenes más horribles que se recuerdan. Estos días aún resuenan los ecos de la huelga del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujeres, una de cuyas reivindicaciones ha sido que las mujeres podamos salir y estar por la calle a cualquier hora del día sin tener miedo. Estas tres pobres chicas hacían autoestop para ir a una fiesta a la que nunca llegaron. Lo triste es que nada ha cambiado en veintiséis años, porque por desgracia caminar solas por la calle a ciertas horas de la noche supone un riesgo real para las chicas, para las mujeres. Ojalá eso cambie algún día. Crimen de Alcácer
Marta del Castillo Caso Marta del Castillo . Cuando pienso en el calvario que han vivido y viven aún hoy los padres de Marta, solo me viene una palabra a la cabeza: cinismo, el demostrado por los culpables que tuvieron a todos los cuerpos policiales, grupos especializados, voluntarios, protección civil, etc. en una búsqueda constante del, aún sin localizar, cuerpo de Marta. Cinismo y sinvergonzonería por cambiar de versión mil y una veces. El día que se descubra qué pasó, el día que aparezca Marta si es que llega ese día, la justicia de este país deberá caer con todo su peso sobre esos cínicos malnacidos.
Yéremi Vargas. Se cumplen once años… Otro niño que no ha sido encontrado aún, desaparecido cuando jugaba en su pueblo, Vecindario. Hoy tendría veintidós años, y nadie ha pagado aún por ello. El principal sospechoso, autor de una violación a otro menor, no ha podido ser inculpado del caso Yéremi por falta de indicios según el juez, a pesar de que el propio sospechoso, Juan «El Rubio», le confesó a otro preso ser el autor de los hechos. Además del dolor que pasan esta y otras familias cuando les ha sido arrebatado un niño, tienen que lidiar con jueces, sumarios, instrucciones, palabrería hueca, recursos y otras zarandajas que les obligan a hacer un curso acelerado de abogacía y leyes. Vidas destrozadas, en dos palabras.
Ruth y José Bretón Ortiz. Caso Bretón Lo que les pasó a estos dos angelitos fue de película de terror. Su propio padre fingió su secuestro, colaboró con la policía, jugó al despiste, para resultar ser el monstruo capaz de drogar a sus hijos y quemarlos hasta no dejar casi ni una prueba forense en los restos. Todo el país quedó consternado, recuerdo que cuando se investigaba la desaparición de estos hermanos yo estaba embarazada de mi hijo mayor, y me afectó mucho porque además la cobertura mediática fue tal que no había manera de no enterarse, se hablaba de ello en todos los noticieros.
Hay otros muchos desaparecidos de los que no se habló tanto en su día. Hoy siguen produciéndose asesinatos de inocentes. Padres que matan a sus hijos. Crueldad en su máxima expresión. La única esperanza, el único hilo de luz es que contamos con unos cuerpos policiales eficaces, entregados y perseverantes. El propio Antonio del Castillo, padre de Marta, alababa estos días la labor de la Guardia Civil en la búsqueda de Gabriel. Lo único que falta en este desdichado país es que los culpables paguen de verdad por sus crímenes. Tenemos una justicia «blandiblub» que acaba muchas veces reduciendo las penas a los criminales por hache o por be. Un muerto ya no vuelve, esa es la única cosa cierta. Cada día en España desaparecen tres personas que nunca serán encontradas. Esa es la terrible estadística. En España cada día desaparecen…
Por todas las víctimas, descansen en paz. Gabriel, sigue nadando allí arriba en el cielo (la familia de Gabriel le llamaba cariñosamente Pescadito). DEP.