Aparcar en zona rosa

A veces me pregunto si entre los propios políticos acostumbran a sacar a la luz tonterías supinas para tapar escándalos mayores, lo que se conoce como cortinas de humo, vamos. De escándalos mayores vamos bien surtidos últimamente, a pesar de que el Número Uno asegura no conocer nada ni estar enterado de lo que hacían sus amigos del Peugeot. Ahora nadie sabe quién es Santos Cerdán, el nuevo habitante de Soto del Real.

En fin, resulta que en León ha saltado la noticia o la cortina de humo de que el consistorio, socialista para más señas, ha habilitado varias plazas de aparcamiento de una zona de la ciudad marcándolas con un distintivo que representa a las mujeres. Es decir, serían plazas donde preferentemente aparcarían mujeres, una práctica al parecer habitual en otras ciudades europeas y que persigue la seguridad de un colectivo “vulnerable”. Aquí dejo la noticia en cuestión: Nueva polémica por los aparcamientos para mujeres en León: vandalizan los pictogramas una semana después de su entrada en vigor

Es admirable cómo la izquierda, dueña siempre de la autoridad moral para todo, cae constantemente en sus propias contradicciones.

Si las mujeres y los hombres somos iguales –principio del feminismo- ¿por qué se necesitan plazas de aparcamiento diferentes según el sexo?

Si el género es un constructo social y no viene determinado por la biología, sino que más bien es una cuestión de sentires y de autopercepción, ¿qué impide a un hombre aparcar ahí si asegura percibirse como mujer? ¿Con qué derecho se le puede pedir que vaya a otro lugar del parking?

Si los juguetes de color rosa perpetúan los estereotipos de género, ¿por qué el símbolo que han pintado en el pavimento es de color rosa? ¿Las mujeres llevamos asociado este color por el hecho de serlo? Qué patriarcal todo, ¿no?

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Si una falda o un vestido no debe considerarse una prenda femenina per se, o es machista representar a las mujeres con esas prendas de vestir, ¿por qué el muñeco pintado lleva falda?

Si existen los baños inclusivos, donde puede usted hacer pipí y popó sin preocuparse de qué muñecajo aparece en la puerta, ¿por qué deben existir plazas de aparcamiento no inclusivas?

Si el aumento de la criminalidad y la delincuencia en España son un invento de la ultraderecha y los pseudomedios, ¿por qué es necesario habilitar plazas de aparcamiento con más luminosidad y próximas a la zona del intercambiador de transporte para no tener que recorrer a oscuras toda la superficie del parking? ¿Por qué, eh? ¿No hemos quedado en que España tiene tasas de criminalidad bajísimas y se puede caminar por la calle sin ningún problema?

Si las mujeres podemos hacer cualquier labor o tarea igual que los hombres, si no se nos puede discriminar por razón de género, si estamos tan empoderadas, ¿por qué se nos da trato de favor? ¿Significa que solamente a nosotras nos beneficia aparcar en estas zonas VIP? Un señor de setenta años que conduce y aparca en la zona oscura ¿no corre ningún riesgo de ser asaltado mientras camina por el aparcamiento?

Todo esto me recuerda a algo de lo que escribí hace casi seis años en cuanto a la gratuidad de determinados grados universitarios si se es mujer: Oferta en la uni

El socialismo siempre presume de igualitario y justo, pero acaba siendo injusto y discriminatorio, una y mil veces más. ¿Por qué, si no, promete y concede a los jóvenes descuentos para viajar este verano sin importar el nivel de renta? ¿Acaso es justo dar la misma subvención a un currela que cobra el SMI que a un niño de papá y mamá sin problemas económicos?

Menos mal que el PSOE está siempre vigilante en pro de la igualdad y nos dota a las mujeres con plazas de aparcamiento para nosotras. Seguro que esta solución era la más acertada, y no la de iluminar mejor los aparcamientos, o poner vigilancia, cámaras o más dotación de patrullas policiales, o hacer que los delincuentes entren en prisión y no acaben en libertad a la mínima para que vuelvan a hacer de las suyas hasta que los vuelvan a trincar, si eso ocurre.

Gracias, políticos, no sé qué haríamos sin ustedes.

Amigas

Fuente: https://etimologias.dechile.net/?amigo

Mi mejor amiga no vive en la misma ciudad que yo, pero nos vemos bastante a menudo y hablamos prácticamente a diario. Hemos crecido juntas pero separadas; nos conocemos desde hace tres décadas pero ella se fue a estudiar y a vivir fuera de Pamplona hace ya 26 años. Tenemos la inmensa suerte de no haber perdido el contacto, aunque no lo achacaría solo a la suerte, claro. Esta relación a distancia tiene éxito porque nos hemos empeñado en su durabilidad; también porque somos muy parecidas, nos entendemos a la perfección y la sintonía entre nosotras es patente. Diría que esa sintonía ha ido creciendo conforme el calendario ha ido pasando sus hojas año tras año, y que fue alcanzando su plenitud a partir del momento en que nos convertimos en madres, acontecimiento vital para ambas que tuvo lugar casi simultáneamente. Dos veces.

Porque la vida tiene estas cosas: nuestros respectivos hijos (dos tengo yo, dos tiene ella) nacieron casi al mismo tiempo, así que tienen la misma edad. Esto ha facilitado que mi amiga y yo estemos pasando a la vez por todas las etapas de la maternidad, y estemos criando a nuestros hijos viviendo parecidos avatares, alegrías o dificultades. Nuestras respectivas parejas, por suerte, también se entienden muy bien. Y los cuatro enanos, también. Puedo afirmar con el corazón en la mano que allí, en el hogar que han formado, tengo también a mi familia.

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Hace un par de meses tuve la loca idea de aprovechar algunos días de mis vacaciones para hacerle a mi amiga una visita de cuatro días, yo sola, sin marido ni niños: gracias a quienes han contribuido a que haya podido hacer esta escapada. Hemos hablado muchísimo, nos hemos reído y también hemos llorado un poquito, hemos compartido confidencias, nos hemos ido de compras, he conocido mejor su día a día, y he vuelto a casa con el corazón lleno de agradecimiento por tenerla en mi vida. La admiro por muchas razones que no voy a contar aquí por respeto a su privacidad, pero sobre todo porque, con todo lo que ha pasado, nunca pierde la capacidad de reponerse, de seguir para adelante y de hacer lo que haga falta por su familia, y sobre todo por sus hijas.

Me encantan nuestras excursiones en familia, nuestros ratos al teléfono y cómo quemamos los audios del WhatsApp, porque no son audios, ¡son podcasts!; me encanta que compartamos recetas, anécdotas y recomendaciones de pelis. Tenemos pendientes tantas cosas… Quiero seguir estando a tu lado, proponernos planes, ilusionarnos con todo. Quiero que nos sigamos queriendo y quiero que nos miren como a un par de locas cuando nos partimos de risa al descubrir que ninguna de las dos sabe bailar No rompas más de Coyote Dax.

Hace poco descubrimos una canción que nos erizó el vello desde la primera escucha: Te quiero y punto

Y punto.

Qué pelos

Hay cabelleras que se nutren más que algunas personas: manteca de karité, aguacate, cebolla roja, miel, aceite de jojoba, eucalipto… Los champús del mercado son de una variedad apabullante en cuanto a ingredientes, propiedades y precios. A todo esto, me topé el otro día con un vídeo en el que cambiaban, editando su imagen, el tipo de peinado a famosas de ayer y de hoy, y era sorprendente cómo algunas aparentaban más o menos edad en función del estilo de su pelo. Si nos paramos a pensarlo, nuestro cabello -o la ausencia de él en muchos casos- nos dota de personalidad, mal que nos pese. Y si no, que se lo pregunten al portavoz del Partido Popular, Miguel Tellado, a quien la ministra María Jesús Montero describía como «el que tiene menos pelo» porque no recordaba su nombre La MINISTRA MONTERO habla de la CALVICIE de TELLADO y él le REPROCHA «NO ESTAR A LA ALTURA» | RTVE No vamos a explicar aquí qué hubiera pasado de suceder esto a la inversa, pero no nos desviemos del tema.

No conozco a nadie a quien le encante su pelo, a nadie que no tenga un pero o un conque: el color, el grado de lisura o rizo, el encrespamiento, el volumen, si le crece más o menos deprisa, si se le cae mucho o si tiene muchísima cantidad y no lo puede domar. Creo que nos quejamos más veces al día de nuestro pelo que del tráfico o de lo cara que está la cesta de la compra. Y lo siento, chicas, me estoy refiriendo en especial a nosotras.

Y es que, cómo somos, ¿eh? Tanto nos quejamos que incluso en inglés hay una expresión específica, y si no me creéis, vayámonos al diccionario Cambridge:

Traduzco: mal día de cabello (informal): un día en el que no te sientes atractivo, especialmente a causa de tu pelo, y todo parece ir mal. «Estoy teniendo un mal día de cabello». Confieso que he visto muchísimas veces una película que no pasará a la historia del cine por sus virtudes para el séptimo arte pero que a mí me saca siempre una sonrisa y me entretiene, y es Miss Agente Especial (año 2000; Miss Congeniality en su versión original). La protagonista, interpretada por Sandra Bullock, es una agente del FBI que no se preocupa en absoluto por su imagen personal, y usa al principio de la cinta esa expresión, bad hair day. En realidad su pelo tiene una mala década, añade ante la mirada estupefacta del maravilloso Michael Caine, que tiene ante sí el arduo reto de convertirla en toda una miss para que pueda infiltrarse en el concurso (perdón, beca de estudios) de Miss Estados Unidos. Miss Congeniality – bad hair day

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Presiento que mi pelo, por cierto, está entrando en una mala década. Nunca tuvo una época de esplendor, la verdad, lo tengo lacio y escaso, y de un color indefinido: ni castaño, ni rubio, ni de un color fácil de describir. Siendo muy muy pequeña lo tuve muy rubio, ay. Ahora me están empezando a salir canas, y aunque son todavía pocas y cobardes contemplo cómo poquito a poco se van haciendo más numerosas y visibles, las muy canallas. Y es injusto, muy injusto para las mujeres, porque los hombres con canas tienen buena prensa: interesantes, misteriosos, atractivos, con poso, con conversación; te llevan al teatro, a tomar un vino y a charlar sobre el cine de Kubrick. Maldita sea, y a nosotras se nos mira mal si no nos teñimos o nos damos unas mechitas que cubran esa ignominiosa blancura. Una mujer con canas y en chándal es el summum del descuide. Si es la reina Letizia da igual, eso es chic y crea tendencia. Pero las mujeres mortales y del pueblo llano no vamos a la compra vestidas de Caprile o de Pertegaz y con maquillaje de revista, me temo.

Total, que en breve debería pasar por la peluquería a cortarme las puntas, y la gran duda es si me lanzo al pozo sin fondo del tinte o las mechas, porque eso lo veo como abrir una bolsa de patatas fritas, que una vez que empiezas ya no puedes parar. Por otro lado me pica la curiosidad: ¿cómo se verá mi cabello con dos colores, el mío y el encanecido? En fin, el tiempo lo dirá, y mientras van multiplicándose los pelillos blancos tengo aún margen para decidirme.

Acabo disculpándome por este ejercicio de vanidad y superficialidad, pero a veces está bien salirse de lo profundo o lo serio y pasarse al lado rosa de la vida. Rosa como la prensa rosa, me refiero, la misma que nos muestra los peinados de las famosas que luego queremos imitar y nos quedan fatal. Cuántas peluqueras en los noventa habrán imitado con sus tijeras el corte de Jennifer Aniston, por poner un ejemplo. Actriz que, por cierto, sigue luciendo una melena envidiable a sus casi 55 años (los cumple el 11 de febrero).

Me vuelvo a disculpar. ¡Que alguien me exorcice, llevo dentro a María Patiño!

8 de marzo

No saldré a las calles hoy a corear lemas vestida de morado.

  • No me siento parte de unas marchas de tono político monocromo que se arrogan la bandera de un mal entendido feminismo, o blanden una doble vara de medir dependiendo de si la insultada o la parodiada es de izquierdas, a la que hay que defender, o de derechas, y entonces nos callamos todas y miramos para otro lado (casos ha habido unos cuantos).
  • No necesito que, para sentirme incluida, destrocen nuestro idioma con atrocidades como portavoza, miembra, Consejo de Ministras, todes, todxs, etc., ni desdoblamientos innecesarios: chicos y chicas, españoles y españolas, seguros y seguras, contentos y contentas.

No creo en los favoritismos por ser mujer (ni por ser hombre, claro está).

  • Ya hablé en otra entrada (Oferta en la uni) de cómo el gobierno quería ofrecer gratis a las mujeres el primer curso de carreras científicas para fomentar estos estudios, minoritarios entre las chicas. En la Ley Foral 17/2019 de 4 de abril de igualdad entre mujeres y hombres, hablando también de educación universitaria e investigación, se dice: «En las convocatorias de ayudas y subvenciones a proyectos de investigación, se podrán valorar y priorizar los proyectos liderados por mujeres y los presentados por equipos de investigación que tengan una composición equilibrada de mujeres y hombres […]». Ser directora de cine va a salir más rentable que ser director: Cultura reservará un 35% de las ayudas al cine a películas dirigidas por mujeres. Menos mal que queda gente cabal en la farándula: Candela Peña, sobre las ayudas a mujeres en el cine

No creo en la criminalización del hombre.

  • Ciertos discursos feministas colocan a todo ser masculino en el mismo saco de inmundicia y machismo patriarcal. Hay hombres maravillosos y hay auténticos cabronazos, con perdón, y lo mismo pasa con las mujeres. Como reza un texto que circula por mensajería: «A los hombres también les duele cuando matan, violan, acosan o lastiman a una mujer; esta lucha no es de mujeres contra hombres, es de gente buena contra gente mala».
  • Hombres y mujeres, en conjunto, han ido construyendo el mundo como lo conocemos hoy, cada cual con sus propios sacrificios y miserias. Los hombres como fuerza protectora de la familia, como proveedores del sustento en fatigosos trabajos, como luchadores en las guerras -el servicio militar obligatorio, ya extinto, era solo para hombres-, las mujeres como madres, gobernadoras y economistas en el hogar, como la parte más emocional del binomio.
  • La salida de la mujer de puertas para afuera, a la conquista del mercado laboral, trajo cambios positivos. La persecución de la igualdad real y efectiva es lo que interesa, no la lucha entre sexos ni el buscar culpables o dar prioridad, prebendas y privilegios a las mujeres para reparar todo el daño sufrido en el pasado.

Creo en los méritos y el esfuerzo con independencia de la condición de hombre o mujer.

  • Reivindico la igualdad de salarios, la corresponsabilidad en el hogar y la crianza de los hijos. Necesitamos horarios flexibles para todos, permisos de paternidad y maternidad más prolongados (en otros países nos sacan tremenda ventaja). Los empresarios tienen que poner de su parte para favorecer la conciliación y, en consecuencia, la natalidad. Creo que hombres y mujeres somos iguales en lo esencial pero también diferentes, y esa diferencia, que no puede negarse, nos complementa y nos hace mutuamente necesarios para construir la sociedad.

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No entiendo ni papa de la ley Montero, la del «solo sí es sí».

  • Creo que ni la misma ministra la entiende del todo, tal como intenta explicarse en televisión. No me la he leído ni soy jurista pero, según ha informado la prensa, «se entenderá que no existe consentimiento cuando la víctima no haya manifestado libremente por actos exteriores concluyentes e inequívocos, conforme a las circunstancias concurrentes, su voluntad expresa de participar en el acto». ¿Vamos a tener que grabar los encuentros sexuales? ¿O llevarnos un testigo que acredite que ha habido consentimiento? ¿Vale retractarse, o sea, vale decir olvídate del consentimiento de antes, que ahora ya no me apetece? ¿Qué son las circunstancias concurrentes? ¿Van a escuchar la versión del presunto agresor/violador o se van a limitar a preguntar a la mujer si hubo consentimiento expreso? ¿Está a salvo la presunción de inocencia?
  • El Gobierno da luz verde al anteproyecto de ley de libertad sexual que lleva el ‘solo sí es sí’ al Código Penal.
  • Si alguien quiere profundizar, le recomiendo este artículo: La garantía de la libertad sexual y el ‘pensamiento jurídico’ de Podemos

No entiendo tampoco qué de heroico tiene el lema que promueve el Ministerio de Igualdad para gritarlo a pleno pulmón hoy, 8-M. «Sola y borracha quiero llegar a casa».

  • Menudo nivel el del Ministerio: similar al de un graderío de fútbol o al de una rave preuniversitaria. El sentido común dicta a cualquiera que, si se ha bebido de más, lo razonable es ir acompañado, y a ser posible evitando zonas oscuras y poco transitadas. Está claro que lo que se intenta transmitir con este desafortunado lema es que las mujeres queremos sentirnos seguras por la calle, sea la hora que sea, sobrias o no, sin temor a que un desaprensivo -o más de uno- nos agreda sexualmente. Pero hay otras formas de decirlo, eso también. No olvidemos, por otra parte, que, de noche y a ciertas horas, nadie está totalmente a salvo, seas mujer o no.

No quiero que cuestionen mi feminidad.

  • Hay muchas maneras de ser mujer, todas respetables. Pero parece que suspirar por un amor romántico, sentirse deseada al vestir un traje espectacular, o querer recibir un piropo amable son actitudes censurables. Nos quieren homogeneizar e incluso masculinizar. Hasta quieren que vuelva la censura: ¿anuncios publicitarios donde se exhibe el cuerpo femenino? ¡Hasta ahí podíamos llegar! Propongo entonces que dejen de salir tíos musculados nadando en aguas bravas en ciertos anuncios de perfume. Ah, no, que ahí sí está justificado un torso desnudo porque es de hombre.

La igualdad entre mujeres y hombres es un objetivo loable y muy necesario. Pero la demagogia que reina en muchos sectores del actual feminismo no tiene cabida en mis ideales. Si es igualdad, no puede primarse a un sexo sobre el otro, no puede haber favoritismos, no cabe denostar al sexo masculino. Tampoco se puede dar por sentado que todas las mujeres pensamos igual por el hecho de serlo. Para muestra, un botón. Lo triste es que a quienes pensamos distinto ya se nos empieza a tachar de antifeministas.

Lo que hay que aguantar, Puri

Desde que hace más de un año el 8 de marzo se convirtió en hito histórico por lo que tuvo de repercusión en las calles de media España, los noticieros no dejan de poner en sus titulares ejemplos cotidianos de machismo y desigualdad. En estos últimos días, Asturias y Azkoitia (Guipúzcoa) han cobrado protagonismo por sendos eventos deportivos que habrían pasado totalmente desapercibidos de no ser por el tinte cavernícola que los cubre.

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Premiadas con un vibrador y cera depilatoria

No puedo imaginar lo que debió de sentir la heptacampeona de España de squash al ser obsequiada con un lote que incluía un vibrador, cera depilatoria y una lima eléctrica para durezas de los pies. Lean la noticia del enlace, porque parece sacada de El Mundo Today, pero es real. La reacción de las obsequiadas de denunciar esto al instituto de la mujer asturiano obedece a que son personas educadas y sosegadas, porque a mí me hubieran dado ganas de abrir allí mismo la cera depilatoria y dejarle a más de uno la espalda y el pecho como el culito de un bebé, abrir también la lima de durezas y pasársela por la frente a ver si, limando, limando, se descubre el supuesto cerebro que esconde la piel. Y abrir también de paso el paquete del vibrador y hacer uso de él en… donde imaginan, si el señor en cuestión no ha salido ya por patas ante mis prácticas de belleza.

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Salud, femenino singular

Salud, dinero y amor. Los Rodríguez

Los Rodríguez cantaban «brindo por las mujeres que derrochan simpatía». Salud, contesto; y añado:

Por las que quieren llegar a todo y, aunque saben que igual no llegan, finalmente llegan.

Por las que lo dejan todo y se van de cooperantes a la otra punta del planeta.

Por las que se desviven cuidando del otro, del dependiente, sorteando dificultades con ayudas estatales irrisorias.

Por quienes emigran portando un expediente impecable y brillante, buscando a ver si en otro lugar son valoradas como corresponde.

Por aquellas a las que el cáncer les arrebató una parte (una, no más) de su feminidad y miran la vida con valentía.

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Por las que no tienen otra opción que comerciar con su cuerpo para poder salir adelante de mala manera. Sigue leyendo