¿No tendrás una compresa?

A lo mejor es porque en estos momentos yo misma estoy en «código rojo», pero el caso es que he recordado algo que leí por ahí sobre que en una tienda de Japón han colocado a las empleadas unos distintivos que indican si se encuentran o no con el periodo. Polémica en una tienda de Japón por el uso de distintivos para identificar a las empleadas que tienen la regla

Al parecer el fin de esta práctica es fomentar la solidaridad entre compañeros para que las mujeres en tal situación reciban más ayuda o disfruten de descansos más frecuentes. La polémica está servida, y más en un país en el que la regla es tabú (en el nuestro, de otra manera, también lo es), ya que en Japón «se tiene la creencia de que la menstruación interfiere en el sentido del gusto, por lo tanto, las mujeres no tienen capacidad de hacer trabajos dentro de la cocina y tienen que ceder espacios a los hombres. La práctica totalidad de los chefs de sushi, de hecho, lo son. Así, el chef Yoshikazu Ono dijo en una entrevista al The Wall Street Journal, el año 2011, que «ser profesional significa tener un gusto constante pero debido al ciclo menstrual, las mujeres tienen un desequilibrio en su gusto, y por eso las mujeres no pueden ser chefs de sushi». Sin embargo, este hecho estaría cambiando y cada vez hay más mujeres en las cocinas de muchos restaurantes del país. (Fuente: Los tabúes de la regla).

Caray con los nipones. La polémica en Japón por la prohibición a las mujeres de usar anteojos en el trabajo No solamente estipulan como norma de vestimenta femenina el uso obligatorio de tacones, en especial en el terreno laboral, o prohíben el uso de gafas en el trabajo porque dan una imagen de frialdad, sino que además nos marcan a las mujeres de tan evidente forma para que todo el mundo sepa que estamos sangrando entre las piernas. Y aún creen que nos hacen un favor porque, pobrecitas, necesitamos descansar más o no podemos coger pesos. Bonito favor que nos hacen para lograr la igualdad. En otros lugares del mundo, hay todo tipo de tabúes y estigmas sobre la regla: mujeres obligadas a abandonar el hogar en los días del periodo por estar impuras, prohibición de tomar lácteos porque se cortan, prohibición de estar cerca de animales y cosechas porque se malogran, o mujeres que no se duchan porque eso les puede provocar infertilidad. El tema da para libros enteros, que ya se han escrito, por otra parte.

red moon during night time

Photo by Pedro Figueras on Pexels.com

Mi abuela, nacida en 1931, me contaba que su primera regla le pilló durmiendo fuera de casa, con una pariente, y al descubrir que estaba sangrando despertó a la mujer a grito pelado diciendo que se estaba muriendo. También decía que la mujer que estaba menstruando no podía elaborar mayonesa porque se cortaba, y tampoco podía ducharse ni bañarse. Prejuicios así los habrá a patadas, solo hay que hablar con nuestras mayores.

Parece que hoy ya estamos avanzando en esto, aún incluso en nuestro país, tan occidental y avanzado si lo comparamos con Nepal o la India. Pero aún tenemos que ver anuncios de compresas donde la «sangre» es azul y las mujeres están activas, sexis y optimistas aun estando con la regla (nada más lejos de la realidad). De acuerdo, el propósito del anuncio es vender, y no lo logrará si refleja lo que a la mayoría nos pasa: nos sentimos hinchadas y doloridas, a ratos abatidas, dormimos peor, estamos irritables y sensibles. El chocolate nos llama a voces para que nos atiborremos de él. Demandamos abrazos y sofá-manta-peli. Habrá quienes no sientan nada de esto, es verdad. Porque, como en casi todo el universo femenino, igual que no hay dos embarazos iguales ni dos pechos iguales, tampoco hay dos maneras de sentir o vivir la regla iguales.

Que se lo digan a quienes padecen endometriosis, esa enfermedad invisible que provoca unos dolores incapacitantes y que tan difícil es de diagnosticar porque se nos puede tachar de quejicas y porque el dolor no es mensurable. Ya se le está dando más visibilidad a esta enfermedad exclusivamente femenina que a veces debe ser tratada con hormonas o quirúrgicamente.

Nosotras debemos normalizar la menstruación. Acabemos con eso de prestarnos un tampón como si pasáramos droga. Hablemos a nuestros hijos (ellos y ellas) de la regla, de su función, su ciclo, también sus inconvenientes. En el trabajo no hace falta que lo llevemos escrito en la cara, pero si no nos sentimos bien podemos decirlo con naturalidad. Es lo más normal del mundo. Lo que no es normal es que se nos cobren los productos higiénicos femeninos con impuesto de caviar. O que la regla tenga la inquietante capacidad de aparecer cuando peor nos viene. ¿A que sí?

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