Los responsables de urbanismo de cada ciudad española deberían plantearse con urgencia establecer zonas (paredes, muros), a ser posible en lugares céntricos y de paso, para que todo el mundo pueda pintarrajear consignas, colgar banderas o lanzar a lo loco botes de pintura (o huevos, quién sabe), y para que todo el mundo lo vea. Esta medida lograría que cada cual pueda escupir (literal y figuradamente) sobre un muro ad hoc sus reivindicaciones. Cada cierto tiempo se limpiarían, y el número y dimensiones de tales superficies irán acordes con la cantidad de habitantes de la localidad o municipio en cuestión, y una vez limpios vuelta a empezar.
Con unos muros así, quizá la gente proclive al borreguismo insensato se inhibiría de atacar fachadas, escaparates y comercios por el simple y llano motivo de porque-me-sale-de-los-cojones. El pasado 27 de septiembre, para celebrar por todo lo alto las fiestas de San Fermín de Aldapa (o “Txikito”), un grupo de jóvenes tuvo a bien lanzar huevos y provocar destrozos en el local recién inaugurado de ‘Sabor a España’, marca con tiendas en diversas ciudades de nuestro país. Se ve que el solo nombre de España les produjo tal iracundia que quisieron dejar claro, ya en los comienzos de este negocio en Pamplona, quién manda aquí, faltaría más. Radicales atacan con huevos el comercio ‘Sabor a España’ recién abierto en Mercaderes La mencionada tienda elabora frutos secos garrapiñados, turrones, pastas, golosinas, etc., y está ubicada en la Plaza Consistorial, 1. Emplazamiento publicitario número 1.
El mismo tipo de gente –supongo que se conocerán o serán de la misma cuadrilla- es el que tiró pintura roja, verde y negra a la fachada del edificio donde está ‘Zara’. El edificio de Zara en el centro de Pamplona amanece manchado de pintura (14 de septiembre). Vídeo: Zara, objeto de las protestas de los manifestantes a favor de Palestina (3 de octubre). No hará falta que especifique qué vende ‘Zara’; la fachada atacada en cuestión, dos veces en el último mes, está en la Avenida de San Ignacio, 7. Se ve que Amancio Ortega y sus herederos tienen toda la culpa de lo que pasa en Gaza, y por eso se les decora la pared con los colores de la bandera palestina, para recordárselo. Los amables manifestantes también pusieron pegatinas chulísimas en los cristales. Emplazamiento publicitario número 2.
Algunos establecimientos tienen claras fallas de memoria, y por eso amablemente se les volvió a recordar este mes de octubre que no son bienvenidos. Es el caso del Starbucks de la calle Mercaderes, 6, (emplazamiento publicitario número 3), que ha recibido su recordatorio en forma de pintura, por si la rotura de cristales de diciembre de 2024, primero, y mayo de 2025, después, no fue suficiente Vandalizan otra vez el escaparate de Starbucks en Mercaderes
Esta gentuza tan aficionada a redecorar comercios (y que tendrán amigos en el gremio de cristaleros, supongo) justifica sus actuaciones bajo excusas tales como “no es comercio local”, “no son de aquí”, “son explotadores”, “son españoles» (sic), y demás. Nunca se paran a pensar en los empleados de dichas tiendas y comercios, que a lo mejor son nacidos en Lerín, Añorbe o Elizondo, y que bastante tienen con haber logrado un trabajo, mejor o peor pagado, acorde o no con su formación y experiencia, para además tener que limpiar destrozos o simplemente pasar el mal trago de que una turba lance cosas contra los cristales mientras ellos intentan trabajar.
Mención aparte merecen los amantes del arte, en este caso del arte ajeno. Tanto les gusta el arte que buscan aportar su visión pictórica añadiendo unas pinceladas de sopa de tomate La joven que atacó con tomate un cuadro de Van Gogh: «Necesitamos que la gente hable del cambio climático» o de pintura roja -eso sí, biodegradable Dos activistas de Futuro Vegetal arrojan pintura roja sobre un cuadro de Colón en el Museo Naval de Madrid El motivo de tal afán artístico es lo de menos: llamar la atención por el clima o protestar porque en 1492 un tipo con calzas y peinado a lo Greta Thunberg se equivocó de ruta y llegó a las costas de la actual América del Sur, donde todo era paz y armonía y los indios eran superamigos y en absoluto se comían unos a otros.

Para esta gente la historia no vale nada, el arte no vale nada, solo importa su minuto de caso, su hazaña por la que abrirán informativos. Qué importa si se ataca un Van Gogh, ¡como si quiere hundirse todo el techo de Notre Dame! Mirad, estúpidas niñatas de colegio de pago que jugáis a la revolución: vuestro activismo me resulta repugnante y totalmente falto de consideración. Conseguís el efecto contrario, mi total desafección hacia lo que reivindicáis. Espero que, al menos, os hagan pagar de vuestro bolsillo los daños y desperfectos que vais ocasionando.
Por último, a los directores de museos de todo el mundo: igual que nos cachean a los aficionados al entrar a un campo de fútbol, espero que se empiece ya a poner detectores de metales, guardias de seguridad y toda medida disuasoria para que estos alelados del espray y el bote de pintura sean pillados antes de cometer sus barbaridades. Si hay que pagar más cara la entrada porque las medidas cuestan caras, se paga.
Nota final: la publicidad que he hecho a ‘Sabor a España’, ‘Zara’ y ‘Starbucks’ no me reporta ni un céntimo de euro. La hago gratis.
Nota final 2: ayer fue 12 de octubre. A todo el que piense «genocidio en América», «nada que celebrar», «España debe pedir perdón» le recomiendo encarecidamente que lea Nada por lo que pedir perdón, de Marcelo Gullo Omodeo. Y tampoco cobro por la publicidad, simplemente lo he leído, y es muy bueno, y creo que le hace falta a mucha gente.
Si has llegado hasta aquí, gracias por leerme.






