España llora

No tengo ni familiares ni amigos en la Comunidad Valenciana; es más, apenas la conozco, solamente he estado de vacaciones un par de veces en Peñíscola (Castellón). Ni siquiera he estado en las Fallas de Valencia; todo lo que conozco de esta comunidad es por referencias de otras personas o por reportajes de la tele. Ahora, por desgracia, puedo nombrar más de cinco municipios cercanos a Valencia: Paiporta, Alfafar, Aldaya, Sedaví, Chiva, Catarroja, Masanasa, Algemesí… Sigo sin conocer estos lugares, pero mi mente y mi corazón llevan acampados allí desde hace varios días. No logro soltar mi teléfono porque siento que viendo vídeos y escuchando testimonios y denuncias y llantos desgarradores de gente normal que ha vivido una pesadilla horrible estoy de algún modo a su lado y no dejo que caigan en el olvido.

No voy a analizar qué ocurrió, o quién tuvo la culpa de no avisar a tiempo, o qué hubiera pasado si. De eso ya se está hablando hasta la saciedad en programas de televisión, prensa, redes sociales, etc., y además entrar en ese juego del «y tú más» no hace más que enfrentarnos los unos a los otros. La única cosa cierta es que a las víctimas las han abandonado incluso antes de llegar a ser víctimas, porque la actuación que no se produjo podría haber minimizado las pérdidas humanas, que sobrepasan ya los dos centenares. Han transcurrido siete días desde el fatídico día, y el aquí y el ahora son lo importante, y el aquí y el ahora nos hablan de miles de personas que han perdido a seres queridos, vivienda, enseres, recuerdos, negocios y toda esperanza de volver a recuperar sus vidas tal como eran hasta las primeras horas de la tarde del martes 29 de octubre de 2024.

Las muchas personas que están sobre el terreno ofreciendo sus manos para limpiar, para dar alimentos o agua, para abrazar a quien lo ha perdido todo, son los verdaderos salvadores de esta pobre gente. Son muchos los testimonios de afectados que aseguran que, de no ser por los voluntarios que no han dejado de llegar desde el día siguiente al desastre, estarían mucho peor. La cruda realidad es que los voluntarios no pueden quedarse allí todo el tiempo necesario, porque tendrán que volver a sus vidas y a sus trabajos. Para la historia quedarán las imágenes de esos ríos humanos de personas yendo a pie a la zona cero armados de cubos y escobas el día después de la gran riada. Y quienes no hemos podido ir allá hemos ayudado con donaciones en dinero y en material.

Pero arreglar tanta destrucción no puede ni debe estar en manos de civiles, y nadie entiende (porque es incomprensible) que no haya sido desplegado todo el ejército desde el primer momento para poder despejar las calles de coches apilados, drenar bajos y garajes, evacuar fallecidos, llevarse el barro y la basura y los muebles inservibles, desalojar viviendas en riesgo de derrumbe, centralizar y canalizar el reparto de ayuda, coordinar a los miles de voluntarios llegados de toda España. Ni siquiera el gobierno ha activado el Mecanismo de Protección Civil de la Unión Europea, y sigue sin hacerlo. Dejo aquí enlace sobre qué es el Mecanismo: https://civil-protection-humanitarian-aid.ec.europa.eu/what/civil-protection/eu-civil-protection-mechanism_es Y dejo otro enlace sobre cómo aún no se ha solicitado: https://www.elconfidencial.com/mundo/2024-11-04/espana-no-activa-mecanismo-ayuda-ue-bruselas_3996930/

La emergencia ahora es sanitaria, añadida a todo lo demás. El agua corriente (quien la tenga) no es potable, el lodo y el agua acumulados por doquier están infestados de químicos, heces, cadáveres que aún no se han encontrado; el aire es irrespirable y sigue habiendo personas enfermas sin salir de sus domicilios, personas que no pueden ir a buscar ayuda porque son muy mayores. Para colmo hay muchas personas que tienen que desplazarse muchos kilómetros a pie para ir a trabajar habiendo perdido su coche, y además amenazadas por sus jefes con el despido si no aparecen puntuales.

¿A qué esperan las autoridades, quien sea, para evacuar todos estos lugares y llevar a la gente a hoteles, a viviendas públicas o a viviendas de buenas almas que ofrecen su casa a quien se ha quedado sin nada? Que entre la maquinaria y se lleve todo desperdicio, se apuntalen edificios y se sanee el alcantarillado, se reestablezca la electricidad y todo lo necesario para recuperar esas poblaciones. ¿A qué esperan para darles comida caliente, ropa, medicamentos y apoyo psicológico como en cualquier desastre natural, conflicto bélico o accidente de graves circunstancias? ¿Por qué España bate récords de solidaridad cuando ayuda a otros seres humanos de cualquier lugar del planeta y ahora que necesita todo tipo de ayuda son sus gobernantes quienes abandonan a sus ciudadanos?

Nada de esto es nuevo. En Galicia tuvieron el Prestige (2002), en Lorca un terremoto devastador (2011); en La Palma el volcán Cumbre Vieja lo arrasó casi todo (2021). En esos lugares el Estado todavía no ha cumplido sus promesas en muchos casos. De qué nos sirve pagar tantos impuestos si tras una desgracia como la de Valencia nadie responde, y no estoy hablando de cosas materiales. Estoy hablando de inhumanidad y desafección, porque a los políticos les importa una mierda lo que le pase a la gente con tal de seguir en la poltrona. Se ha demostrado muchas veces, pero lo de estos días ha sido tan increíble que hasta los medios internacionales lo han resaltado.

Señor Sánchez: Pilatos a su lado era un bendito. En vez de asumir su responsabilidad, que la tiene como presidente del país, ha dejado que Carlos Mazón, (que también tiene su parte de culpa, por supuesto), se coma la gestión de un desastre mayúsculo que no hay por dónde agarrarlo si no intervienen los medios necesarios, intervención que ya pidió la Comunidad Valenciana. Su ministra de Defensa, la señora Robles, se ha lavado las manos tanto como usted. El de Interior, el señor Marlaska, tres cuartas partes. Y mientras tanto cientos de efectivos de Guardia Civil, Fuerzas Armadas, cuerpos de bomberos, etc. se comen las uñas y se tiran de los pelos porque no les dejan ir a sacar esto para adelante. Espero que sobre su conciencia caiga el más horrible de los remordimientos, si es que sabe lo que es eso.

Por de pronto ya ha anunciado hoy que le urge la aprobación de los Presupuestos Generales, en los que va a haber partidas económicas para Valencia. El chantaje está clarísimo: ha visto la ocasión que ni pintada; parece decir «los diputados me van a votar que sí los Presupuestos porque no les va a quedar otra». También le urgía mucho convalidar la reforma de RTVE, mientras moría gente arrastrada por el agua. No se dio tanta prisa en visitar Paiporta, y encima se presentó allá con una media sonrisa y zapatitos de piel, pero tuvo que salir huyendo como la rata que ya ha demostrado muchas veces ser. Pero luego la culpa es, cómo no, de la ultraderecha.

Solo quienes madrugan cada día y saben lo dura que es la vida y lo que cuesta hacerse con un hogar, levantar una familia, pelear por un trabajo y ahorrar cada euro saben lo que debe doler perder todo eso de un día para otro. Por eso es la gente la que está salvando a la gente. No debería ser así, pero así está siendo. España sosteniendo a España a pesar de los putos inútiles de políticos que tenemos.

Que todo esto no caiga en el olvido. Ánimo a todos los afectados, y mi más grande aplauso a todas las buenas personas que están llevando algo de esperanza allá.

La Roja

Reconozco que no me considero una seguidora acérrima de la selección española; de ninguna, en realidad: ni de fútbol, ni de baloncesto, hockey, gimnasia rítmica o natación sincronizada. Para sincronizada la opinión de los medios a la hora de afear ciertos comportamientos, pero vayamos por partes. 

Aunque no sigo de cerca al equipo masculino español de fútbol (lo mío con el balompié es casi exclusivamente osasunismo en vena), siempre me ha gustado ver los partidos de las grandes citas y apoyar a nuestra selección. No suelo ver las rondas previas de clasificación para mundiales o el europeo, sino los partidos decisivos, como en la reciente Eurocopa de Alemania. La final (y la semifinal, los octavos, y los cuartos) se vio en mi casa con todos los nervios y la tensión propios de un momento tan importante. El ánimo estaba por las nubes tras la victoria en Wimbledon de Carlos Alcaraz, y el juego exhibido por la Roja en esta Eurocopa hacía presagiar que, si bien era un partido difícil, había muchas posibilidades de acabar el torneo como campeones de Europa. Y vaya si acabamos campeones, siete victorias de siete conseguidas por los elegidos de Luis De la Fuente. 

Toda España estaba a muerte con los jugadores, hasta quienes no siguen nunca el fútbol ni saben explicar qué es un fuera de juego. Por primera vez en la historia, una selección logra cuatro Eurocopas: 1964, 2008, 2012 y 2024. Los políticos de turno no tardaron en subirse al carro de los ganadores alabando la diversidad y la condición racializada –vomitiva palabra- de algunos jugadores, queriendo así destacar su oposición a la derecha radical que abomina de la inmigración. Matizo: de la inmigración ilegal.  

Ya todo el mundo conoce la historia de Nico Williams y su hermano Iñaki, y la de Lamine Yamal, de solo 17 años. Donde la izquierda recalca y machaca hasta el hartazgo los orígenes extranjeros (orígenes, que no nacionalidad) de estas perlas futbolísticas, los españoles comunes y corrientes solo vemos dos españoles muy jóvenes que se llevan de maravilla y que en absoluto son los pioneros en eso de defender la camiseta de España puesta sobre una piel marrón chocolate. 

Donato (12 veces internacional), Marcos Senna (campeón de la Eurocopa 2008), Adama Traoré Diarra (participó en la Euro 2020), Catanha (3 veces internacional), Thiago Alcántara (participó en las últimas dos Eurocopas), Diego Costa (de vasto currículum, su última participación fue en el Mundial 2018), Vicente Engonga (participó en la Euro 2000), Robert Sánchez (jugó en el Mundial de Qatar 2022, también en la Euro 2020), Alejandro Balde (también jugó en el Mundial 2022), Rodrigo Moreno (participó en el Mundial 2018), Ansu Fati (jugó en el Mundial 2022) e Iñaki Williams (convocado para el Mundial 2018, ha defendido también la camiseta de Ghana): todos ellos han jugado en el pasado con España y tienen orígenes extranjeros, pero son españoles, y entonces la izquierda ni ningún político se percató de su comparecencia con la selección, tanto en la absoluta como en categorías sub. La razón es que ciertos políticos señalan a Nico y Lamine por su color de piel porque esto sí les interesa resaltarlo. Callan cuando alguien del mismo color de piel ha cometido una violación o siembra las calles de desórdenes y violencia. Callan cuando el máximo goleador del torneo ha sido un chico español pero rubio y blanco, Dani Olmo. No interesa hablar de él. Callan cuando el mejor jugador del torneo ha sido un chico español pero madrileño y blanco, Rodri. No interesa hablar de él. 

El fervor de los politicuchos por tan inclusiva y diversa selección y por su logro deportivo comenzó a enfriarse con la celebración posterior. La recepción a los jugadores por Pedro Sánchez en la Moncloa nos dejó imágenes de rostros serios y miradas esquivas, apretones de manos escurridizos, ausencia de aplausos cuando Morata le entregó la camiseta al presidente y una duración de la visita de un cuarto de hora escaso. En el saludo protocolario todas las iras izquierdosas apuntaron a Dani Carvajal, amigo de Abascal y por tanto enemigo público número uno. El defensa de Leganés fue el segundo en saludar a Sánchez, tras el capitán Álvaro Morata, y apenas le miró mientras le daba fugazmente la mano. Qué curioso que Lamine Yamal, nacido en Esplugas de Llobregat, hijo de marroquí y ecuatoguineana, tampoco sonrió ni se mostró encantado con el saludo de Sánchez, y sin embargo ningún medio de opinión sincronizada destacó su ¿mal? comportamiento. Me pregunto cuál será el motivo.

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Vamos a ver: los jugadores, y por tanto la Federación Española de Fútbol, deben atender estos actos protocolarios y son muy libres de no bailarle el agua al presidente de la nación. Ninguno dejó de saludarlo ni muchísimo menos lo insultó. Quizá los medios afines al gobierno están tan acostumbrados a la genuflexión constante que creen equivocadamente que todos los españoles (porque además de futbolistas son ciudadanos españoles) deben adorar a su sanchidad como es preceptivo. Está claro que esta selección no quiere ser víctima de manipulaciones políticas (tienen el ejemplo contrario en Jenni Hermoso), y por ello pidieron expresamente que Sánchez no bajara al vestuario a celebrar con ellos después de eliminar a Alemania. 

Creo que no han faltado al respeto a nadie; es más, han devuelto la alegría aunque sea de manera efímera a un pueblo, el español, harto de la polarización, la corrupción, las estrecheces económicas, la dificultad de conseguir vivienda a precios asequibles, las paguitas, la negación de la patria, el venderse por siete votos. En todos los rincones de España se ha celebrado la victoria de la Roja, también en Cataluña o en Euskadi, a pesar de las pintadas en Elorrio contra Merino y Oyarzábal por ser jugadores de la selección. De esto no hablan los medios, como tampoco del vídeo en el que se ve a una pandilla de tíos, muy valientes todos, arrancarle del cuello una bandera de España a una chica en una plaza de San Sebastián. Pensemos también que mientras todos hablamos de Carvajal no se habla de la imputación de Begoña Gómez o de que quieren imponer una censura informativa desde el gobierno. En fin.

Quizá la celebración en Cibeles a la manera de Pepe Reina micrófono en mano y con una tajada del quince en unos jugadores que no pasarían un control de alcoholemia puede resultar algo desfasada en 2024. No voy a juzgarles: su logro deportivo es difícilmente repetible, son jóvenes y se llevan de puta madre, permítaseme la expresión. Quien se ofenda porque uno salga sin camiseta (¿masculinidad tóxica?) y canten Gibraltar es español con todo el humor y la retranca posibles, tiene un problema: no sabe disfrutar de la vida.  Morata show completo Cibeles

Me quedo con la alegría que nos han transmitido en el campo de juego y fuera de él. Me quedo con el compadreo que tienen con el rey Felipe, con el pelazo de Cucurella, el banderín de córner de Mikel y su padre (los Merino y Stuttgart, ese idilio increíble), el cabezazo de Dani Olmo casi en la línea de gol, la unión que han demostrado como equipo, el trabajo y la humildad de De la Fuente, la proclamación de su fe sin sonrojos ni complejos. Ojalá nadie empañe esta alegría y esta unión, qué manía tienen los políticos con llenarlo todo de mierda y confrontación. 

Que viva la Roja (que les ha salido poco roja), que viva España y que vivan sus deportistas.

Plaza de la Cruz

La emblemática y céntrica Plaza de la Cruz de Pamplona está viendo últimamente cómo crece el número de sus defensores ante la amenaza del cemento y el taladro percutor. Para quienes no lo sepan, hay un proyecto de aparcamiento subterráneo que afectará a calles aledañas y que acarreará, además de meses de obras, la tala de una cincuentena de árboles con su consecuente pérdida de sombra y aire limpio. Las plazas de aparcamiento para coches, cerca de 350, cuestan 32.000 euros cada una, y tienen una concesión para 75 años (las de moto son 45 plazas a 1.500 euros). En principio están pensadas para resolver el problema de aparcamiento de vecinos y comerciantes. Por lo que se aprecia en las protestas y concentraciones, pocos vecinos y comerciantes están de acuerdo con que les toquen la plaza y su entorno. Las malas lenguas hablan de intereses inmobiliarios (¿viviendas céntricas para alquileres turísticos con su correspondiente placita de garaje?); la gente de a pie habla de especulación. ¿Quién puede pagar 32.000 euros para aparcar? Los comerciantes tiemblan al pensar en echar el cierre, pues se está hablando de casi dos años de obras con el ruido, el polvo, las molestias y la pérdida de clientes que todo eso conlleva. Adjudicada la construcción del aparcamiento subterráneo de la calle Sangüesa, cuyas obras comenzarán este verano

La Plataforma No Parking Ez de la Plaza de la Cruz solicita al Defensor del Pueblo que medie con el equipo de Gobierno de Pamplona para paralizar las obras

Esta semana pasé por la plaza: hay carteles en los troncos de los árboles que ruegan «no me tales». En la pared de una caseta de obra han colgado dibujos, muchos dibujos, y algún poema, llegados de toda España y de más allá de nuestras fronteras. La calle Sangüesa ya está vallada y cortada al tráfico, han retirado algunos bancos y pronto empezarán, si no lo han hecho aún, con la tala de árboles de ese lado de la plaza. Hasta el momento han sido varias las concentraciones de protesta que cuentan, cada vez, con más participantes. Los vecinos alzan la voz contra el parking de la calle Sangüesa

Estudié el bachillerato en el instituto que contempla majestuoso el paso de la vida por una plaza que acoge sin problema a los niños que juegan en el parque, los ancianos que pasean a la sombra de sus árboles y se toman un descanso en los bancos de madera, o los jóvenes que ríen sentados en los respaldos de esos mismos bancos. En los recreos de primero, segundo, tercero de BUP, la plaza nos esperaba a los estudiantes para comernos el almuerzo y descansar de matemáticas, historia, latín o química. Guardo muy buenos recuerdos de aquellos años, y me entristece pensar en los actuales estudiantes y los que entrarán nuevos en septiembre cuando tengan que soportar todo el curso las incomodidades de tan ingente obra.

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Quienes somos de aquí no podemos evitar acordarnos de otro aparcamiento que trajo consigo tanta o más polémica: el de la Plaza del Castillo. Hace ya veintidós años de aquello, y aunque un aparcamiento tan céntrico viene bien en muchas ocasiones (no es de plazas en propiedad, sino de rotación y se paga por minutos), nadie que conociera la antigua Plaza del Castillo podrá decir hoy que prefiere la actual a la de antes, con su denso arbolado y aquel suelo de mosaico cuajado de guijarros. https://www.noticiasdenavarra.com/navarra/2021/07/31/20-anos-pasado-enterrado-pamplona-2125912.html

Cuesta creer en la necesidad del aparcamiento de la Plaza de la Cruz estando tan próximo el de la avenida Carlos III, peatonal desde hace años y por cuya reforma y conversión en aparcamiento subterráneo también se llevaron a cabo diversas protestas. La avenida de Galicia, muy cercana a la Plaza de la Cruz, era el emplazamiento que primero se pensó, allá por 2008, para la construcción del aparcamiento. No sabemos el motivo del cambio, pero a buen seguro que el dinero que algunos se llevarán por ello está detrás de esta ubicación, de la adjudicación de las obras y de la venta de las plazas. Es curioso cómo desde las instituciones nacionales (y europeas) se insiste tantísimo en vetar el tráfico rodado en los centros de las ciudades, fomentando el carril bici, los paseos o el transporte público, pero al mismo tiempo aparecen proyectos urbanísticos de este calado que tienen como eje central el coche. Para qué es un aparcamiento subterráneo si no es para los coches. Una mejora de las comunicaciones facilitaría que paseantes, visitantes y dueños de comercios pudieran acceder a la Plaza de la Cruz desde sus respectivos domicilios sin falta de llevarse el coche. ¿No se trataba de eso, de amabilizar las ciudades? ¿Qué hay más amable que un lugar de sombra, de tranquilidad, rebosante de tiendas, de bares y de vida?

A quienes nos gobiernan les tira más el cemento gris, las jardineras horrendas y que desaparezca el comercio de barrio. Al parecer.

Dejo por aquí el enlace a Change.org por si alguien quiere aportar su firma en contra de esta construcción (o destrucción). https://www.change.org/p/no-al-parking-de-la-plaza-de-la-cruz-y-a-la-tala-de-m%C3%A1s-de-50-%C3%A1rboles

Dejo también un vídeo que he encontrado en el que se puede ver cómo es la actual Plaza de la Cruz https://www.youtube.com/watch?v=Bg2_l5R5_1U