Feliz cumpleaños, papá

Me contaron que no cabías por los pasillos de maternal, que “tú me viste primero” –mi madre dormida aún por la anestesia tras la cesárea. No sé qué cara habrías puesto, papá, pero a buen seguro una muy parecida a la que luciste al coger a tu primer nieto en brazos.

Rigoberta Bandini ha hecho un himno a las madres que tienen siempre caldo en la nevera (o un táper listo para llevar: te quiero, mamá), pero aquí va un homenaje humilde a quien siempre tuvo y tiene un abrazo en la recámara. Rigoberta Bandini – Ay mamá

Llevas tatuada en el corazón la palabra familia. Cuando eras muy pequeño la tuya vio aflojarse el nudo de la lazada ya que la mamá se fue demasiado pronto al cielo. Con el nudo flojo, otros parientes estuvieron ahí para apretarlo un poco y cuidar de ti y tus hermanos. La vida te recompensó de alguna manera cuando formaste tu propia familia con una mujer extraordinaria. No estabas llamado a hacerte seminarista; por suerte te viniste de los Salesianos para Pamplona a buscarte las lentejas y encontraste además a la chica más guapa de la Ribera.

En esas noches de dos canales de televisión y fatiga en el cuerpo, ahí estabas a los pies de mi cama para que me durmiera. Te perdías media película por mi culpa. Nana a media voz y salías de puntillas de mi cuarto creyendo que ya estaba roque pero… papááá, no te vayas – ¿Aún no te has dormido? Historias que se han repetido también en mi casa, con mis hijos.

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Ya sabías lo que hacías cuando aquel enero de hace 32 años me llevaste contigo al Sadar. Muchos dirán que solo es fútbol, pero tengo tantos recuerdos bonitos ligados a nuestro equipo y contigo a mi lado–también después con mamá- que sé que no se borrarán nunca y los reviviré con cada gol celebrado presente y futuro.

Me has dado tu apoyo en mis decisiones en la vida, aunque no siempre estuvieras de acuerdo, dándome tu opinión por si me servía. Y es que siempre has sido conciliador. Discutidor también, pero de buen rollo, que se lo digan a tus yernos si no.

Si he tenido tanta suerte por tenerte de padre, la tengo doble por ser el abuelo de mis hijos: el abuelo pirigüelo al que se le cae la baba a borbotones. Me siento muy dichosa por haber llegado a la edad adulta teniendo a mis padres jóvenes y sanos. La mano siempre tendida antes incluso de que el otro pida ayuda. Tú y mamá sois así con todos: atentos y amables, buena gente con mayúsculas, con la que puedes contar en cualquier momento.

Hoy es tu cumpleaños y tendrás un día muy ajetreado, como cada año. Te quiere tanta gente que el teléfono arderá con llamadas –no tantas como antes, las nuevas tecnologías mandan- y mensajes, muchos mensajes. Doy gracias al cielo porque tu piña familiar, de la que formo parte, podemos darte un abrazo en vivo y en directo más allá del típico mensaje de feliz cumpleaños. Te queremos, papá.

Feliz cumpleaños, S.

Sé que me lee, de hecho se suscribió muy pronto al blog, y un día me dijo que leyéndome se le hacía más corto el trayecto del trabajo a casa. Hoy es su cumpleaños, y estará en su casa de Barcelona con su marido y sus dos niños, «teletrabajando» para sus alumnos universitarios. Sirva esta pequeña entrada para desearle un feliz cumpleaños, aunque no se librará de mi llamada telefónica.

Nos conocemos desde niñas: nacimos el mismo año, fuimos al mismo colegio, al mismo instituto y a la misma universidad. Pero ella tiró por ciencias, y yo no. Compartimos profesora particular de inglés para sacarnos el First Certificate, allá en un piso frente al hotel Tres Reyes. Nos veo a las dos también en su casa de la Rochapea recibiendo alguna clase de matemáticas -gratis, encima- de su padre, que fue profesor de FP y hoy está jubilado. Nos veo también en la Renault de mi padre, montadas en la parte de atrás junto con otras tres o cuatro amigas (cuando no era obligatorio el cinturón de seguridad) yendo al Sadar en unos años muy malos para el club rojillo. Estuvimos en el mismo grupo de amigas del colegio hasta que la vida nos fue separando y cada una tiró por caminos distintos y frecuentó nuevas amistades. Pero los años no han dejado que perdamos el contacto.

two people holding cake with lit candles

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Desde hace unos cuantos ya, cuando viene a visitar a su familia a Pamplona, me llama y quedamos un rato con los niños. Suelen ser un par de veces al año: en verano y en Navidad. Pero siempre me avisa, y encontramos un hueco que nos vaya bien. Valoro mucho su amistad; desde niñas siempre nos entendimos: ambas estudiosas, tímidas, poco amigas de llamar la atención. Es una luchadora y la admiro mucho.

Terminó la carrera y se embarcó en un doctorado. Después se marchó a Barcelona a trabajar, y lleva años en la docencia universitaria. Sin tener a su familia cerca, está criando a dos hijos. La vida le ha puesto unas cuantas pruebas en esta carrera de fondo, y las está salvando con creces.

Estas semanas de confinamiento quizá estén influyendo para que nos demos cuenta de lo importantes que son las personas que pueblan nuestras vidas. No solemos expresar lo que sentimos por los demás, hasta que quizá es demasiado tarde. No he querido dejar pasar la ocasión de felicitarte en tu cumpleaños, un día extraño para cualquiera que cumpla años metido en casa, sin que esta se encuentre llena de invitados. Tienes suerte, y yo también, de pasar este día -y todos los que haya que pasar- con las tres personas más importantes de tu vida. Comeos a besos, recibe estoicamente los tirones de orejas de los peques, y sopla las velas para que se cumplan todos tus deseos.

El año que viene, mejor. Seguro.